La ley de Seguridad Nacional, aprobada por la dictadura comunista china en junio de 2020 para gobernar --y oprimir-- Hong Kong, ya ha dado sus primeros frutos… contra la libertad. 

Como se recordará, en diciembre de 2020, el magnate de los medios de comunicación de Hong Kong, el católico Jimmy Lai, fue detenido en virtud de la citada ley, al ser arrestado por sospecha de colaboración con fuerzas extranjeras. 

Lai, de 71 años de edad, era uno de los más destacados activistas de la democracia en la ciudad gobernada por China con una postura muy crítica con Pekín, que el 30 de junio impuso la nueva ley en Hong Kong, provocando la condena de los países occidentales.

Su detención se produjo en medio de la represión de Pekín contra la oposición prodemocrática de la ciudad y alimenta aún más la preocupación por las libertades de prensa y de otra índole prometidas a la antigua colonia británica cuando regresó a China en 1997.

Su detención se produjo en medio de la represión de Pekín contra la oposición prodemocrática de la ciudad

La nueva ley de seguridad castiga cualquier actividad que China considere subversión, secesión, terrorismo y colusión con fuerzas extranjeras, con penas que pueden llegar a cadena perpetua. Los detractores dicen que suprime las libertades, mientras que sus partidarios afirman que aportará estabilidad tras las prolongadas protestas prodemocracia del año pasado.

Así las cosas, este martes Jimmy Lai cumplió ya un año en prisión, a la espera de juicio por la dictadura comunista china, recuerda Aciprensa

Podría enfrentarse a cadena perpetua si es declarado culpable. Su juicio está previsto para el 18 de diciembre, casi un año después de lo previsto originalmente.

El hijo de Lai, Sebastien Lai, ha expresado temor de que este pueda morir en prisión: “No quiero ver a mi padre morir en la cárcel. Tiene 75 años, está en prisión y corre el riesgo de morir. Es muy preocupante”, indicó a Associated Press.

De acuerdo a Associated Press, Lai pasa alrededor de 23 horas al día en régimen de aislamiento en la prisión Stanley de Hong Kong, una instalación de máxima seguridad, y se le permite hacer ejercicio al aire libre durante 50 minutos al día en un pequeño recinto, rodeado de alambre de púas.