Una sociedad, en resumen, convencidos de ser acreedores a todos los derechos sin deber alguno
Tampoco es tan difícil identificar al Sanchismo: es una fábrica de vagos, por ejemplo con el ingreso mínimo vital (IMV) sin contraprestación alguna por parte del beneficiario y que está convirtiendo a España en un país de caza-subvenciones públicas y en una fábrica de futuros vagos. Además, se trata de vagos criados con un sistema educativo hecho para la igualdad con rasero bajo: es decir, una fábrica de perezosos mayormente idiotizados, de cabeza adornada y cerebro minimalista, con cuatro conceptos cogidos por los pelos... pero que bastan para entender un mitin de Sánchez.
Una sociedad, en resumen, convencidos de ser acreedores a todos los derechos sin deber alguno.
El receptor del salario mínimo es todo él, un agravio comparativo respecto a su vecino, que trabaja 40 horas semanales por 1.000 euros. Y por cierto, es éste el que paga el salario de aquel a cambio de nada. Recuerden, la pobreza no es un mérito. Y lo de brear a impuestos a los ricos para subvencionar a los pobres tampoco es solución, entre otras cosas, porque la riqueza no es un delito.
Con la educación de los jóvenes ocurre algo parecido sólo que en mayor grado, dado que al joven hay que ponérselo difícil: es la salsa que más les gusta. Si algo noble posee la juventud es su afán de superación, de conseguir nuevas metas.
Por ejemplo, gran sorpresa, asombro máximo, por la selectividad de 2022, donde hemos descubierto -¡qué cosas!- que nuestros bachilleres son todos sobresalientes y matrícula de honor. Por cierto, con muchas diferencias entre comunidades autónomas. ¿De verdad hemos creado una generación de superdotados? Hombre, uno más bien diría que lo ocurrido es que se ha rebajado el nivel. Vamos, que tenemos que acostumbrarnos a aquel profesor que recibió quejas porque aprobaba a demasiados alumnos y sentenció: “Ya les suspenderá la vida”. Pues cuidado, porque en los exámenes de la vida no hay posibilidad de repesca.
En cualquier caso, ahora ya sabemos qué cosa es el progresismo sanchista: una fábrica de vagos, jóvenes y adultos. Cuanto menos dure, mejor.