El Congreso aprobó la Ley de Amnistía por 178 votos a favor y 172 en contra y el Sanchismo se sume en el ridículo total. Es igual, a Pedro Sánchez no le importa mucho, con tal de permanecer en el sillón de Moncloa un día más.

La situación es ésta: media España esclaviza a la otra media para, a su vez ser esclavizada por el 3,7% de la población, que es lo que representan los catalanes que pretenden la independencia.

En España no gobiernan las mayorías políticas pero aún más duro resulta comprobar que la mayoría social está dispuesta a aceptar la enorme mentira de que la rendición ante un personaje de opereta como Carlos Puigdemont es por la concordia.

Porque lo que ha ocurrido es sencillo: el Congreso ha aprobado la ley de Amnistía y Puigdemont se burla del presidente Sánchez. Lo primero que ha dicho ha sido lo esperado de él: ahora quiero la independencia. Lo cierto es que si Puchi no entra en prisión nadie se tomará en serio la democracia española, porque en ella reina la impunidad.

En materia política, lo único que funciona en España es la propaganda de Moncloa, que vende la castración como reconciliación

Encima, hay que reconocer que, en materia política, lo único que funciona en España es la propaganda de Moncloa, que vende la castración como reconciliación... y aquí no pasa nada. Y para distraer a la gente del desaguisado los medios del Gobierno se lanzan contra la presidenta de la región de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la más popular del PP.

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Sí, el aborregamiento es general y Moncloa ha situado el debate público en el novio de Ayuso. No deberías tener tantos novios, Isabel, deberías comprometerte con uno solo.

Lo más triste: que ni uno solo de los 120 diputados socialistas se rebela -temen perder su goloso cargo- y que el Rey Felipe VI ni se plantea negarse a firmar la Ley de Amnistía o, al menos, llamar a capítulo a Sánchez

Lo más triste: ni uno solo de los 120 diputados socialistas se han rebelado -temen perder su goloso y bien remunerado cargo- y, aún más triste, el Rey Felipe VI ni se plantea negarse a firmar la Ley de Amnistía o, al menos, llamar a capítulo a Sánchez para que rectifique.

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