La rueda de prensa de fin de año, que Sánchez protagonizara el pasado martes demostró que estamos ante el gran embustero de la democracia española desde 1978, así como el personaje que ha creado una España subsidiada y vaga, con sus limosnas que no representan otra cosa que el reparto de la miseria.

Pero lo peor es que Pedro Sánchez no tiene límites. Lo único que le preocupa, y en esto tiene razón hasta Cuca Gamarra- consiste en permanecer en Moncloa el mayor tiempo posible. Sin principios, sin ideas y mintiéndose hasta a sí mismo, este hombre es capaz de todo, de lo que sea.

Su cinismo en materia económica -España estaría poco menos que a la cabeza del mundo- dispara la desconfianza sobre el personaje, también en esta esfera

Su burla de las encuestas que apuntan a un triunfo electoral del anodino Feijóo, así como su manipulación del CIS de ese viejecito jetas que es José Félix Tezanos, extiende la sospecha de que sería capaz de un pucherazo electoral. Insisto: Sánchez no tiene límites.

Llevo escuchando esta sospecha desde hace meses y en los más diversos ámbitos. Desde luego, también en el PP. La última, esta pasada noche del martes 27 a un antiguo asesor de los populares que no pasa por ser ningún talibán y que considera al personaje capaz de un pucherazo.

Eso sí, el abotargamiento de la sociedad española permite continuar acaparando poder con el mayor de los descaros. El último, el Tribunal Constitucional

A ello ayuda también su cinismo en materia económica -"España estaría poco menos que a la cabeza del mundo gracias a él- que ha disparado la desconfianza sobre el personaje también en esta esfera. Puedes presumir de éxito económico pero no afirmar que la economía española es boyante, porque eso ya es un insulto a la inteligencia. Esto es una economía subsidiada por un dinero que no es otra cosa que deuda acumulada que nadie sabe cómo se va a pagar.

Pero lo más preocupante es que el abotargamiento de la sociedad española le permite continuar acaparando poder con el mayor de los descaros. Su último logro: el control del Tribunal Constitucional.