La vida es un vivir entre el blanco y el negro.                     
El blanco del esfuerzo, de la alegría y del amor,
el negro de la oscuridad, del resentimiento.
El blanco de la pureza, de los alegres recuerdos,
el negro de la envidia, del rencor en el sentimiento.
La vida es un vivir entre el blanco y el negro.
 
Negro sobre blanco, la vida se va escribiendo,
al igual que la historia y los acontecimientos.
Los colorines son: para apariencias y juegos,
disimular realidades, confundir el pensamiento.
Un caleidoscopio que sirve de entretenimiento,
que no deja ver la belleza del mármol blanco,
ni los crespones negros, que acompañan al muerto.
Negro sobre blanco la vida se va escribiendo.
 
A escribir aprendimos, negro sobre blanco poniendo.
La belleza de la blanca pluma y de la tinta en negro,
con bellas y dulces palabras, con encendidos versos;
que a unos y a otros -esto es neutro-, conmovieron.
¿Por qué, ministra Celaá, es tan malo volver al blanco y negro?
Si hoy, ¡el blanco y el negro, en la moda se están imponiendo!