En la última gala de los Premios Goya, no faltaron las muestras de apoyo a múltiples causas justas, excepto a las víctimas de la caótica ley del Sólo sí es sí. La progresía del cine español no quería ofender a Pedro Sánchez ni tampoco a algunos de sus ministros (Marisu, Yolandísima, Miquel Iceta o la mismísima impulsora de dicha ley, Irene Montero). Y entre los reivindicativos, destacó Rodrigo Sorogoyen.  

Y lo hizo con causas de lo más diversas. Para empezar, en la alfombra azul, Sorogoyen presumió de uñas, en las que llevaba “la bandera trans, para visibilizar al colectivo más machacado de la historia de la humanidad”. Esto no es baladí... y mucho menos días después que el Senado aprobara la ley trans, que es una barbaridad y una salvajada como parte de un jueves negro.

En su atuendo, Sorogoyen portaba una chapa donde se podía leer “El corto es cine”. Un cierto guiño al mundo del cortometraje, en el que en 2017 tuvo un gran reconocimiento con el corto Madre, que estuvo nominado al Oscar a Mejor Cortometraje de Ficción.

También un broche con la cara de un caballo y en esto puede haber un doble motivo: por un lado, la productora Caballo Films, que él mismo creó junto a otros creativos audiovisuales (Eduardo Villanueva, Borja Soler y Alberto del Campo) en 2010; y por otro, parte del argumento de As bestas, película que ha dirigido y ha sido la gran triunfadora de los Premios Goya al lograr nueve ‘cabezones’ (entre ellos, los de mejor película, director, guion original, actor protagonista y actor de reparto). 

Sorogoyen defendió los caballos salvajes de Sabucedo y cómo en ese pueblo le han enseñado a amar mucho más la flora y la fauna. ¡Qué bonito! Mientras, algunos de los protagonistas de la cinta escuchaban, emocionados. El director aprovechó para denunciar que allí se están proyectos cuatro parques eólicos gigantescos que son un perjuicio para la fauna y la flora irreparable” y mostró todo su apoyo a ese pueblo gallego por su defensa de los caballos y de sus montes”. “Energía eólica sí, pero no así”, concluyó delante de Sánchez y otros ministros de un Gobierno que quiere ser muy verde, lástima que no estuviera la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera. Recuerden que en As bestas, como contó Juana Samanes, se muestra no sólo la maldad de unos seres humanos, sino también el conflicto que viven muchos pueblos cuando llegan las empresas de energías renovables y hacen ofertas económicas para que los campesinos abandonen sus cultivos o sus animales.