Después  de espera emocionada,
Salió a la  balconada vaticana,
La persona que la multitud aclamaba.
Llamó la atención las ropas que vestía.
 
Y pensé; ¿Dónde está la humildad, en estas
Que el peso de la purpura representaban,
O aquellas otras que sencillez aparentaban,
Y de sus antecesores le distinguirían?
 
Y entonces sentí un olor, que antes no estaba.
¿De donde aquel olor, suave, delicado, procedía?
Era olor de Pastor, que de la logia descendía.
 
Del Pastor que a su rebaño miraba con alegría,
Y que el peso de la purpura le recordaba,
Que día tras día, proteger y guardar debería.