Tras proteger los huevos de tortuga boba y de las peticiones para salvar el caracol chato de Arguineguín, Teresa Ribera tiene otra gran tarea. Se trata de salvar a decenas de miles de… ¡murciélagos!

Pero ojo, porque no será una misión sencilla para la vicepresidenta ecológica, en funciones, pues le puede suponer un verdadero conflicto. Y es la que la culpa de la muerte de hasta 1 millón de murciélagos anuales la tienen ¡las aspas de los aerogeneradores de los parques eólicos! Así lo refiere un estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana, adherido al CSIC, junto con la Universidad de Lund (Suecia) y la de Sevilla, como informa El Mundo.

Es más, no sólo la velocidad a la que se mueven las aspas afecta a los murciélagos, sino que se cree que la mayoría muere por barotrauma: un cambio brusco de presión que se da en las inmediaciones de los aerogeneradores, y les causa el colapso de sus órganos internos. Sonia Sánchez, autora principal del estudio, reconoce la importancia de la energía eólica, pero también pide equilibrar la generación de energía con la protección de la biodiversidad, recomendando “la parada temporal de las turbinas durante los periodos de alta actividad de murciélagos”.

¿Hará algo Ribera en este sentido? Desde luego no nos gustaría estar en su piel.