Los hechos los explica muy bien la Agencia Zenit, incluidas sus implicaciones.

Es el cardenal canadiense más famoso de toda la Iglesia, que fuera papable en los dos últimos conclaves. En lenguaje progre, se trata de un cardenal ortodoxo, incluso papable, a quien -a El País no se le ha ocurrido aún pero seguro que está en ello- los progres calificarían de obispo conservador. Ya saben de los curas que tienen fe.

Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin, enseñaba a los suyos que los curas progresistas eran amigos y debían ser tratados con mucha delicadeza. Por contra, los curas ortodoxos debían ser liquidados. No olvidemos que Lenin era un gánster, pero un gánster inteligente. 

En cualquier caso, leyendo la acusación uno se da cuenta de la inmensa hipocresía de muchos ataques contra la Iglesia sobre todo en materia sexual. Y así, la cuestión de la que depende el futuro de la humanidad no puede ser otra que esta: ¿el cardenal Ouellet le tocó el culo a la demandante? Porque las acusaciones contra la Iglesia están alcanzando unos tintes tan histriónicos que, afortunadamente, empiezan a resultar ridículas.