La noticia. Rufián se planta ante Sánchez y exige la prometida mesa del diálogo (no servirá para nada) y para hablar de consulta (¿Qué tipo de consulta?) al noble pueblo catalán. Otro zigzagueo de don Zigzag, de don Pedro Sánchez, para tensar la cuerda sin que se rompa y burlarse de sus contarios, en este caso de ERC.

Vamos al fondo de la cuestión o, al menos, a la forma política de la misma.

Decíamos ayer -o así- que Pedro Sánchez pretendía un tripartito. La ‘empatía’ surgida con independentistas catalanes y vascos, que le llevaron a la moción de censura y luego le ratificaron en Moncloa, da para eso y para mucho más. Ahora en Moncloa, que no en el PSOE, presumen de gran entendimiento con Podemos y con los separatistas de todo signo. Presumen de Frente Popular. Ahora bien… Empatía no es sentir con el que siente sino sufrir con el que sufre. Dar el pésame cuesta poco y no ofrecer nada. En otras palabras, empatizar supone ponerse en los zapatos del otro. 

Volvamos a al Tripartito, por ahora, bipartito. Alguno se ha soliviantado con ese artículo de días atrás en Hispanidad, en el que se hablaba del gobierno tripartito -o polipartido, si sumamos a los vascos del PNV- que pretende Pedro Sánchez, un aventurero ególatra que le ha cogido el gusto a eso de los gobiernos de coalición, aunque, por si acaso, mejor un ‘menage a trois’ que matrimoniar con los comunistas de Iglesias, no porque sean marxistas, sino porque son ambiciosos.

No se creen estas fuentes que Sánchez vaya a repetir el Frente Popular de 1936: una cosa es un acuerdo y otra una alianza. Una cosa es aliarse con socialistas peligrosos, como son los comunistas de Pablo Iglesias, para encima alargar la mano a los separatistas catalanes y vascos. Pero hombre, si eso fue lo que preñó el Frente Popular y lo que provocó la Guerra Civil.

Sí, Sánchez va a por un tripartito frentepopulista. Y si fuera posible, un cuatripartito

En cualquier caso, la versión oficial es que el presidente (Sánchez, no Torra) siente “empatía”.

La verdad es que Sánchez Pérez-Castejón es capaz de sentir “empatía” por cualquier o cualquiera que le permita seguir en el trono de Moncloa pero empatía no es sentir con el que siente, algo así como dar un pésame, sino sufrir con el que sufre. Y por tanto, tampoco es aprobar la necedad o aplaudir al necio.

Empatizar es lo que siempre ha sido: ponerse en los zapatos del vecino. Y no creo que Sánchez se haya puestos en los zapatos de esos chicos que gritan independencia ni de los que gritan revolución.

De la misma forma, dialogar no es buscar lo que nos une sino ceder en lo que nos desune. Por eso, los  políticos mienten cuando hablan de voluntad de diálogo. El diálogo, como la crítica, nunca es constructivo, tan sólo es el mal menor. Sobre todo, porque si Sánchez dijera que están dispuestos a ceder ante las pretensiones de Oriol Junqueras, perdería miles de votos… que le harían perder el poder.

Lo de la empatía es una chorrada, Lo del diálogo es una ‘grosem chorradem’. Pero de política menor es de lo que estamos hablando.