La famosa Diagonal de Barcelona
Es curioso: mis compañeros de las tertulias no dejan de resaltar que Pedro Sánchez siempre fue leal con Mariano Rajoy con el sistema catalán. Olvidan que negociaba una frente popular (el mismo que le ha votado en la moción de censura) con comunistas y separatistas.
En cualquier caso, la nueva ministra de Administraciones Públicas, Meritxell Batet, uno de los personajes con más mala uva del Gabinete -se lo digo yo- apunta a una reforma constitucional para la que no hay consenso en una España dividida, y encima con una solución desde arriba: es decir, una España Federal.
En primer lugar, ya tenemos una España federal, la de la Constitución de 1978. En segundo lugar, los separatistas ya no se conforman con una España federal, porque esa es una España entre iguales: quieres ser más independientes que castellanos, gallegos o andaluces.
Meritxell, no seas cabezota: con Cataluña lo que hay que hacer es no hacer nada y, eso sí, cambiar personas
Pero luego pasamos a lo que si puede gustar más -aunque tampoco bastaría- a los secesionistas: Meritxell quiere una nación de naciones. Y el problema es que la única nación que existe, acrisolada por cientos años de historia, es la nación española. Y ocurre, también, que nación es mucho más que una palabra. Por de pronto es un historia y una tradición, es la democracia de los muertos.
Lo que hay que hacer con Cataluña es no hacer nada. Y saben, es un problema que se puede sobrellevar pero no solucionar, porque habla de sentimientos y de sentimientos bastante narcisistas.
Lo que se puede hacer es aplicar, bien, el artículo 155, no como hizo la desastrosa Soraya Sáenz de Santamaría.
Hay que desactivar la bomba de relojería que supone la educación escolar en Cataluña -y eso lleva tiempo pero cuanto antes se empiece, mejor- y hay que echar el cierre a la elefantiásica TV3.
Y una nueva Constitución dispararía el independentismo vasco, el segundo ‘procés’
¿Una nación de naciones, Meritxell? Pues una nación pide un Estado. ¿Así defiende los sentimientos de los separatistas catalanes? ¿Y los sentimientos de la mayoría de españoles que considera que sólo existe una nación, España?
Y cuidado, porque una nueva Constitución desataría el separatismo vasco. El segundo ‘procés’.
Para entendernos, como recordaba Chesterton: “hay algo que siempre olvidamos en nuestras charlas sobre autodeteminación: la determinación”.