- Y el doctor se cabreó. Seguramente era un médico del PP, partidario de los recortes.
- Y luego están los tatuajes: verdadera marca de fábrica de una sociedad un pelín imbécil.
- Sociedad tatuada, sociedad de imbéciles.
La chica se puso un anillo 'mesmamente' en el pezón. Con perdón pero así se llama. El asunto es que
en estos sitios, asaz delicados, colocarse un instrumento de metal puede acarrear infecciones y esto es lo que ocurrió… 'mesmamente'.
La susodicha
acudió a la Seguridad Social para que le curaran la infeccionada turgencia y entonces el médico, un grosero de tomo y lomo, le dijo
que se lo curara el mismo imbécil que se lo colocó, que resulta ser la susodicha… 'mesmamente'.
Al final se lo curaron, no sin antes escuchar los gritos de la aludida que, según relata con pormenores de situación, sospechó en seguida que se trataba
de algún matasanos del PP colado en la sanidad pública y cerril partidario de los
recortes sanitarios que tanto dolor -¡Ay dolor!- han causado entre la población española durante la era
Rajoy.
Claro que ya puestos al habla con otros matasanos igualmente reaccionarios, retrógrados y retorcidos, del PP…, pues resulta que también se cabrean cuando llega alguna
infección por tatuajes, la marca de la fábrica de la actual sociedad. Alguno,
especialmente fascista, le manda a paseo al susodicho o susodicha -nosotros y nosotras- y le dice que le arregle al desaguisado el mismo brujo moderno, conocidos como tatuadores, que le rehízo el cuerpo y le fastidió la piel.
Lo cual nos lleva a una alternativa inaplazable:
1.- Los tatuajes son la marca de nuestro tiempo.
2.- Nuestro tiempo es tiempo de imbéciles.
¡Anda, si no son alternativos sino complementarios!
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com