Sr. Director:
La decidida voluntad europea de paralizar las conversaciones sobre la incorporación de Turquía a la Unión Europea con el gobierno de Erdogan se topa con el hecho de que Turquía es una frontera clave para la inmigración y un agente vehicular de la ayuda a los refugiados.
La obligada interlocución con el gobierno turco no debe condicionar las exigencias de libertad y de respeto a los derechos humanos fundamentales. La propuesta de un proyecto de ley que perdone los abusos a menores en determinadas condiciones, ahora frenado, o la aprobación de la pena de muerte por el gobierno de Erdogan, supondrían auténticas líneas rojas.
La Unión Europea se ve obligada a buscar un entendimiento razonable con Turquía, pero eso no implica asociarla al proyecto europeo a cualquier precio.
Jaume Catalán
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14/12/24 07:00