Sr. Director:
Desde que el mundo es mundo y mucho antes de que aparecieran las ideologías conservadoras e incluso de la fundación de la Iglesia, existe el derecho de los padres a educar a sus hijos como mejor les parezca; un derecho que deriva directamente de la ley natural y que ningún gobierno, ninguna mayoría y mucho menos ninguna ideología, pueden vulnerar.
La izquierda siempre gana a la derecha la baza de la de la opinión pública y de la propaganda y, aparte de otros trucos, el sistema que siempre da resultado es el de la tergiversación flagrante del idioma.
Ahora -además de la memez absoluta de eso del “pin parental”- desde los más conspicuos políticos y analistas y medios apesebrados, se afirma sin ambages que lo que hacen los padres -que ejerciendo un derecho fundamental, quieren ser ellos quienes enseñen, orienten y eduquen a sus hijos en materia de moral y sexualidad- es vetar no se sabe bien qué acciones e iniciativas no admitiendo que sea el estado desde la escuela, con muy dudosos principios y más que dudosos encargados de impartir doctrina, quien ideologice a niños y jóvenes.
Enseguida se extenderá la falacia de que es la Iglesia, la derecha más retrógrada y el conservadurismo más rancio quienes protagonizan el supuesto veto a que el estado adoctrine en los colegios.
La oposición, una vez más, va a remolque y, lo que es peor, desunida. Hasta parece que Ciudadanos, resucitando las maneras del peor Rivera, da marcha atrás y se quiere lavar las manos, cosa a la que es muy proclive la derecha española en cuanto se tocan materias que rozan la moral y las costumbres.