Sr. Director:
Algunos afirman que la pandemia ya ha pasado, al menos las duras medidas. Y como consideramos que ya se ha pasado, si nos encontráramos ese cartel todavía por nuestras calles, ¡Precaución! ¡Cuidado!, nos enfadaríamos. Que me pidan que me distancie es pedirme que haga lo contrario que me indican mis principios cristianos. Debemos buscar a los demás, estamos deseando encontrarnos con los amigos. ¡No me digas “distánciate”! Pero hay mucha gente empeñada en mantener las distancias.
¿Hasta cuándo? ¡Pero si ya vamos con esas horribles mascarillas que ocultan nuestras sonrisas y nuestra amabilidad! Menos mal que, al parecer, a partir de ahora, ya solo es metro y medio. Menos mal porque eso ya no hay quien lo mida. Lo que nos pide la amabilidad, el espíritu nítidamente cristiano, el cariño a los demás, es estar cerca. No arrejuntarse, pero si cercanía.
“La amabilidad es el arte de agradar, el truco para contribuir en lo posible a la comodidad y la felicidad de aquellos con quienes te relaciones.” (p. 26). Ser amable significa también ser accesible, acogedor, agradable, amigable, atento, benigno, cordial, servicial,… para conseguirlo hay que procurar la proximidad. A ver si lo conseguimos, a pesar de las mascarillas y las distancias.