Sr. Director:
La aparentemente y denodada lucha contra la corrupción, por la que tanto dicen haber luchado desde nuestro presidente hasta el último de sus dirigentes ha resultado inane, consiguiendo el viejo dicho (adjudicado a Tomacc de Valerokivich) de que “En España, la corrupción se crea, no se destruye y además se multiplica”. Algo que nadie cuestiona. Recientemente, apareció en los medios el caso ‘Erial’ protagonizado por Eduardo Zaplana, ex alcalde de Benidorm, presidente de la Comunidad Valenciana, portavoz parlamentario y ministro de Trabajo. Personaje que hasta el momento siempre había logrado salir indemne de las investigaciones a las que fue sometido, alardeando más de una vez de su acrisolada honradez, que ha devenido en pura fachada tras su detención y posterior encarcelamiento por delitos de blanqueo y cohecho, siendo acusado de la percepción de 10,5 millones en comisiones apalancadas en Luxemburgo.
Transcurridos tres años hueros de iniciativas políticas, en el lapso de 48 horas, se dice pronto, se han producido una serie de vertiginosos acontecimientos que han colocado a nuestro jefe del Ejecutivo en una preocupante y delicada situación, cuyo unido objetivo pasa por permanecer en La Moncloa hasta el final de la legislatura. Desde el pasado miércoles 23 en que el PNV anunció su voto afirmativo a los Presupuestos, hasta el viernes en que compareció Rajoy en el Congreso para criticar a Pedro Sánchez por haber anunciado una moción de censura. España entró en un total estado de vulnerabilidad e inestabilidad cuyas consecuencias no anuncian precisamente nada halagüeño.
A lo largo de estos tres agitados días y a modo de resumen surgieron los siguientes acontecimientos: detención y encarcelamiento de Zaplana por delitos de corrupción, pleno del Congreso aprobándose los Presupuestos Generales del Estado, estalló la sentencia de la “Gürtel” cuestionando la credibilidad de Rajoy, Ciudadanos anunció la ruptura de su pacto con el Gobierno, Podemos sometió a consulta interna la adquisición de un chalet por parte de Pablo Iglesias e Irene Montero y el presidente del Gobierno arremetió contra Sánchez por la citada moción de censura.
Aunque el jefe del Ejecutivo se resista a reconocerlo, España precisa un nuevo Gobierno obligando a disolver y celebrar una moción con el único objetivo de convocar unas nuevas elecciones generales para que los españoles puedan elegir a un nuevo presidente de Gobierno, con otro talante y energía suficiente para abordar nuestros problemas entre los que destacan: el desafío separatista, consolidar la recuperación económica y erradicar, de una vez por todas, la lacra de la corrupción que nos correo. Decisión mayoritariamente solicitada en base a la opinión de un amplio colectivo de políticos sensatos y una ingente cantidad de españoles. La Bolsa de Valores ya lo ratificó con sus caídas al igual que ha sucedido con el incremento de la “prima de riesgo”….¡¡Tiempo al tiempo!!