Sr. Director:
Habitualmente se combate la corrupción con la única idea del descrédito de los otros; se piden dimisiones pero únicamente cuando afectan a los de enfrente; se airean éxitos económicos exclusivamente para sacar réditos electorales; se proponen medidas sociales para arañar sufragios; se hace oposición para debilitar.
Poco o nada tiene que ver todo lo anterior con eso que ahora se ha dado en llamar gobernanza. Y lo malo es que no se trata solamente de ambición de poder, es que en el quehacer de la política española se ha instalado una mentalidad que poco o nada tiene que ver con la obtención de ese bien común al que antes aludíamos; más bien está relacionada con un mal de fondo que considera la política como fin y no como medio.
Pero lo peor es que el relevo generacional, en todos los partidos, transita por los mismos derroteros.
Martínez M.
La personalidad narcisista de Pedro Sánchez alcanza el paroxismo: todo el mundo, literalmente, habla de su carta
25/04/24 15:35