Sr. Director:

Nos encontramos ante una nueva campaña mediática contra D. Juan Antonio Reig. Una más, podíamos pensar, sin embargo tiene alguna particularidad. En primer lugar se ha producido, no como respuesta a ninguna declaración ni ningún hecho concreto, sino que se ha “cocinado” en determinados medios de comunicación (por supuesto a las órdenes de sus amos) y calculando bien el momento para intentar hacer el mayor daño posible: en plena campaña electoral y coincidiendo con la plenaria de la Conferencia Episcopal española. Queda de manifiesto que muchos medios de comunicación no tienen ninguna intención de informar, sino claramente de manipular, cocinando noticias falsas para los intereses de la ideología.
En segundo lugar porque ha pasado de los medios escritos e internet a prime time de la televisiones, que todos pagamos, procediéndose a un linchamiento generalizado.
En tercer lugar porque esta falsa denuncia ha sido acogida sin rubor y sin contraste ninguno por la Comunidad de Madrid, ya que en materia de imposición ideológica hay unanimidad parlamentaria: perseguir, multar y encarcelar al que se atreva a ir en contra de los lobbys dominantes, el lobby gay, el lobby feminista y el lobby abortista. Dicho esto, estoy convencida de que el tiro les ha salido por la culata. Porque ha sido tan patente la dictadura del pensamiento único que estamos sufriendo, porque ha sido tan patente la manipulación mediática, que creo que esta sirviendo para quitarle la venda de los ojos a muchas personas.

La falta de libertad es insoportable, la legislación es delirante, la persecución es evidente. “La verdad padece pero no perece“ decía Santa Teresa de Jesús, y al final, la Iglesia, que tiene más de 2000 años y que sabe mucho de ser perseguida, permanece y debe permanecer fiel a la verdad pero, a la vez, también es la que siempre acompaña a las personas que sufren, sin importar su condición.

El quid de la cuestión es que a los lobbys no les importan las personas, el individuo es puesto al servicio de una ideología. Al lobby abortista no le importa nada la mujer que ha abortado o que es abocada al aborto y sufre por ello. Al lobby feminista no le importan nada las mujeres que no comulgamos con sus ideas, ni las mujeres que aun no nacieron, ni las que viven en países islámicos. Y obviamente, al lobby gay tampoco le importa la persona concreta, sino la normalización y promoción de la homosexualidad.

Hay que dar gracias a D. Juan Antonio por recordarnos que a pesar de todo, la Iglesia sigue siendo Madre que acoge y Maestra de la verdad que nos libera. Y si, como la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos, las campañas mediáticas difamatorias son motivo de esperanza para muchos.

 

 

María José Mansilla