Sr. Director:

Mal le ha tenido que ir familiarmente a los engendradores(as) de la ley “trans” cuando reniegan abiertamente de su padre y de su madre, pero de ahí a querer que reneguemos todos hay mucho camino por recorrer. Así, de un plumazo y por su gracia, desaparecen del vocabulario las palabras padre y madre. Surge la duda de qué hacer con las niñas y los niños (tiernos infantes) porque las primeras palabras que aprenden es papa y mama (sin acentuar, que no están los pequeños todavía para esas sinuosidades) ¿darles un cachete?. No sé si esto estará penalizado. Lo que se me ocurre es que estos engendradores(as) se dediquen en sus horas de asueto a enseñar a las débiles criaturas el enrevesado vocabulario que han creado.

Cuando el pueblo, la ciudadanía, está clamando por la solución a los preocupantes y serios problemas que realmente les aquejan y agobian, como son los relacionados con el paro, la alimentación, la energía, la seguridad, la sanidad… se les distrae la atención con estos otros enredos para justificar su eficiencia, cuando lo que realmente hacen es encubrir de mala manera la incapacidad palpable de acometer positivamente temas vitales y en cambio dejan abiertos, o peor, abren los portones de par en par a la creación de nuevos problemas de identidad y familiares. No es esto el arte de gobernar sino la irresponsabilidad galopante, la falta de visión, o sea la ceguera máxime ante la necedad y la torpeza. En palabras de su propia cultura: la deconstrucción, el derruir una sociedad a cambio de nada