Si el hasta ahora ministro de Educación, precisamente de Educación, presume de homosexual, ¿por qué los periodistas deberíamos ocultarlo?
Me lo estoy pasando muy bien. Apenas unos pocos medios han comentado en sus páginas, o en sus pantallas, que el nuevo primer ministro de Francia, Gabriel Attal, es homosexual. El miedo a que te califiquen de homófobo provoca que mis colegas oculten pudorosamente la homosexualidad de Gabriel Attal, quien ha sustituido a Élisabeth Borne, como primer ministro de Francia.
El presidente de la República, Emmanuel Macron, ha lanzado una "necesaria" ley anti-emigración... y como esta normativa le ha costado las críticas del sector progre, las más duras para don Emmanuel, quien mima su imagen progresista, entonces ha tenido que buscarse un chivo expiatorio, el que siempre buscan los presidentes franceses: su primer ministro.
La ley anti-migración es de Macron pero se puede conseguir que, cesando a Elisabeta, parezca ella la responsable del desaguisado... y no don Emmanuel.
La feminidad, el genio femenino, ni es capitalista ni es progresista. Otra cosa es que prefiera convencer a vencer
Volvamos a Attal. Si el hasta ahora ministro de Educación, precisamente de Educación, presume de homosexual, ¿por qué los periodistas deberíamos ocultarlo?
En materia LGTB, al parecer los medios somos más papistas que el Papa.
Por otra parte, Macron ha elegido a un capitalista progresista, como él, que fue banquero de inversión. Esta figura del capitalista progre está muy de moda hoy en día, es la referencia del siglo XXI: malo por capitalista y malo por progresista. El antiguo banquero, el de banca al por menor, presumía de conservador, más bien de tradicionalista. Pero el 'yuppie' de tirantes lucha por ser más progre que el sindicalista, más que el socialismo y el comunismo juntos. Algo parecido a esto: primero gritas aborto libre y gratuito y, a partir de ahí ya puedes forrarte de dinero, con agresividad, casi con violencia.
Y hablando de Élisabeth Borne quien, durante el traspaso de poderes, miraba con lejanía -qué fino que me he vuelto- a su sucesor Attal. Quizás es éste el momento de recordar que la feminidad, es decir, el genio femenino, como aseguraba San Juan Pablo II, ni es capitalista ni es progresista. La feminidad es liberal, cree en la propiedad privada pero no en la gran propiedad privada ni en los grandes mercados privados. No, a la feminidad le gusta lo pequeño. Es decir, la feminidad es liberal pero no capitalista... ni socialista. Y ya hemos dicho que liberalismo y capitalismo tienen poco que ver.
Por lo demás, de Gariel Attal hablamos, la feminidad, el genio femenino, suele ser tolerante respecto a la homosexualidad, no porque crea en ella, no porque acepte el mundo gay como norma, sino porque el genio femenino considera que la imposición puede vencer pero nunca convencer, por tanto, nunca durar. Lo único que dura es la ley natural, convertida en convicción o principio personal. A la masculinidad, que tiene otras virtudes, le cuesta más entender esto.
El primer deber de un periodista es... ser políticamente incorrecto
En cualquier caso: si Gabriel Attal presume de homosexual, ¿por qué los periodistas lo ignoramos en los perfiles sobre él creados como nuevo primer ministro de Francia? ¿Por comportarnos con corrección política? Pues entonces no estamos cumpliendo con nuestra labor. El primer deber de un periodista es... ser políticamente incorrecto.