Iglesias, si no quieres oír caceroladas, te ponemos el “Viva España”
El vicepresidente y su pareja se sienten acosados, pero en un alarde de generosidad también quieren proteger el entorno del Parque Natural de Galapagar (Madrid), donde se encuentra su vivienda. Por eso, han acusado a su acosador de “perturbar” el hábitat de la zona “incitando a la desobediencia y creando caos”.
Así lo afirma su defensa en el recurso en el que han pedido sin éxito al juez que investiga los hechos que impute también al querellado, Miguel Frontera, por delitos de alteración del orden público y contra los recursos naturales y el medio ambiente.
Y es que, según el instructor del caso “difícilmente puede sostenerse una imputación sobre la base del requerimiento efectuado por un agente” al vecino al considerar que “la utilización de un megáfono” por parte de Frontera “suponía una alteración del medio ambiente y una molestia a los vecinos”.E insiste en que lo determinante es que el hecho en sí ponga en grave peligro al medio ambiente, que no aprecia en este supuesto “en ausencia de una medición del ruido” ni de documentación alguna que acredite “una afectación de la salud de los denunciantes achacable a las emisiones de ruidos”. Y eso que Irene ha confesado que el barullo en los exteriores de su chalet le impide conciliar el sueño... y luego no rinde en su trabajo.
En Hispanidad sospechamos que el ciudadano ni siquiera entonaba bien. Eso es contaminación acústica en una zona donde además de la fauna de la zona la pareja Iglesias-Montero está protegida.