Pero a continuación se muestra sorprendido por que se le acuse de una ofensiva contra la Iglesia: "Resulta que estamos todos en Navidad, fechas de paz, de unión, entrañables, y el 30 de diciembre, justo en la mitad entre la Natividad y la Epifanía de Nuestro Señor… dos cardenales dicen nada más y nada menos que las leyes de un gobierno democrático hacen retroceder los derechos humanos y disuelven la democracia". Añadan un tonillo de sorna cuando dice eso de la "Natividad y la Epifanía de Nuestro Señor", una sutil burla que se convierte en mala uva a medida que avanza en sus explicaciones: "No nos van a callar".
Más guasa. Zapatero dedica un par de minutos a la apología del divorcio y asegura que no hay más divorcios por el hecho de que exista una ley del divorcio express, sino porque se da respuesta a lo que él considera que era una demanda social. En esta ocasión no tocaba hablar de "leyes moralizadoras". El caso es que cuando a ZP le ríen las gracias, se crece, y añade en tono club de la comedia: "Claro que el número de anulaciones tampoco ha descendido". Más risitas de los incondicionales. Y eso que el presidente asegura que jamás le diría a la Iglesia lo que tiene que hacer para conseguir sus objetivos.
Por último, Zapatero dice respetar que la Iglesia no esté a favor de la "Interrupción Voluntaria del Embarazo" o los "matrimonios homosexuales", pero entiende que "no es real ni asumible" decir que es una disolución de la democracia o un retroceso de los derechos humanos. "Las cosas en su sitio y cada uno en su sitio", concluyó.