El pacto entre el PSOE y CiU continúa escenificándose: los convergentes apoyan los Presupuestos Generales del Estado para 2007. Más verde está el pacto clónico entre PSOE y PNV, pero también los nacionalistas vascos han corrido en auxilio de La Moncloa. En cuanto Artur Mas se convierta en presidente de la Generalitat, abordará con Zapatero la entrada de ministros catalanes en el Gobierno de España.
Es verdad que como dice Joan Puigcercós- el gesto de CiU se parece más a un acto de fe que a otra cosa. Los republicanos prefieren pájaro en mano que ciento volando. Pero CiU no tiene más remedio que demostrar buena voluntad ahora, con la esperanza de que Zapatero cumpla su compromiso de no reeditar el tripartito catalán. Claro que está por ver si finalmente se impondrá el criterio de Zapatero o el de Montilla, que consiste en ser president a cualquier precio.
También está pendiente de confirmarse si el PSC es capaz de sumar de nuevo. Porque con la actual horquilla marcada en las encuestas, es posible que Montilla no tenga ni aritmética para frustrar los acuerdos Zapatero-Mas. Y en tal caso, se produciría la catástrofe, porque el socialismo español tiene dos basamentos fundamentales: el granero andaluz-extremeño y el apoyo catalán. Con una pata coja será muy difícil que remonte el vuelo.
Al final, no olvidemos que todo el pacto Zapatero-Mas consiste en que la Presidencia de la Generalitat sea ocupada por el líder convergente tras el 1 de noviembre a cambio de que CiU, no sólo apoye al Gobierno en asuntos clave, como los Presupuestos del Estado, sino que, además, entre a medio plazo en el Gobierno de España para aislar totalmente al Partido Popular. En esa línea se inserta, también, el melodramático pacto ante notario de Artur Mas, comprometiéndose a no pactar con el Partido Popular sean cuáles sean cuáles sean los resultados del 1 de noviembre. Es lógico, no puede pactar con el PP si ya lo ha hecho con el PSOE.
Por lo demás, no sólo CiU cumple escrupulosamente su pacto, sino que también se cumple la profecía que De la Vega realizara el pasado 6 de octubre en un corrillo de periodistas: no habrá devolución de los presupuestos porque no habrá mayoría para una enmienda a la totalidad. Menos mal que como repite una y otra vez la vice- la primera palabra la tiene el Gobierno, pero la última la tiene el Parlamento.
Fue Hispanidad el primero en destapar el pacto ZP-Mas (edición del 25 de noviembre de 2005), que está condicionando toda la legislatura y la policía española entera. Al final, se trata de aislar al PP y, además, que pase a ser considerado un partido de extrema derecha. Pero convine recordar que el pacto no consiste en una coalición CiU-PSC en el Gobierno catalán si llega, será bienvenida, pero no es imprescindible- sino de conseguir una coalición en el Gobierno de la Nación (nación española), esto es, que los nacionalistas catalanes entren en el Gobierno de España (con el democristiano Durán Lleida como ministro de Exteriores en sustitución de Miguel Ángel Moratinos). La escenificación del Pacto continúa y así, el diario El País (editorial del miércoles 18) ya lo ha criticado oficialmente, naturalmente a favor del mismo. He aquí: Como viene sucediendo casi siempre cuando el Gobierno no cuenta con mayoría absoluta, CiU y PNV respaldarán el proyecto de Presupuestos Generales tras amagar con no hacerlo y negociar contrapartidas. Ambas formaciones habían presentado enmiendas a la totalidad, y ambas las retiraron horas antes de ser votadas. Las vicisitudes que han conducido a ese desenlace son un reflejo del deslizamiento de la política de de alianzas del PSOE desde la inicial asociación prioritaria con ERC e IU hasta la búsqueda de acuerdos de futuro con los partidos de Mas e Imaz. Lo más interesante es el acuerdo entre Duran i Lleida, portavoz de CiU, y el vicepresidente Solbes sobre las inversiones del Estado en Cataluña. El nacionalismo catalán sostiene que los Presupuestos no respetan el compromiso de que las inversiones en infraestructuras no sean inferiores a la aportación de Cataluña a la riqueza nacional. El acuerdo con el PNV tiene que ver con inversiones, aunque ahora también con el cupo.
No sólo eso. Viene el segundo pacto, clon del PSOE-CIU, que es el PSOE-PNV, también anunciado en Hispanidad. En este caso, el PNV no tendría por qué entra en el Gobierno de España aunque ZP no descarta- sino que sería la vuelta al gobierno de coalición PNV-PSOE en el Ejecutivo autonómico de Vitoria. Es decir, un Gobierno socio-nacionalista, que arrinconara a Batasuna. Todo ello, a cambio de poyo en el Congreso por parte del grupo vasco y, eso sí, cediendo en cuestiones como la autodeterminación o la anexión de Navarra. Es un punto más para aislar a Batasuna en la izquierda y aislar al PP por la derecha y, sobre todo, para que ZP pueda pasar a la historia como el pacificador de Euskadi y el hombre que terminó con el terrorismo etarra. Por de pronto, el PNV también retiró ayer su enmienda a la totalidad a los PGE, tal y como estaba previsto en el guión.
Al final, ZP ha inventado el socio-nacionalismo, aunque algunos mal pensados hablan de nacio-socialismo. Y la luna de miel ha alcanzado extremos tan ridículos como el vivido el martes en el Congreso, donde el Grupo Socialista apoyó a la izquierda y los nacionalistas en su proyecto de cesar al Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, ¡histórico dirigente del PSOE!, por haberse atrevido a impugnar el Estatut catalán. Es lo que se llama independencia de las instituciones.