Chaves traicionó" a Felipe y templó la situación en el PSOE. González llegó a plantear a los 38 diputados socialistas andaluces que votaran contra el Estatut. Ya sólo queda convencer a CiU de que acepte un Estatut aguado a cambio de nada. Contra las cuerdas, el presidente del Gobierno está dispuesto a aprobar el Estatuto, aunque CiU se oponga
Lo ha contado El Semanal Digital, pero sólo ha contado una parte. Los hechos sucedieron, en efecto, en la sede del sindicato UGT en Sevilla. El expresidente Felipe González no trató de forma grosera a su sucesor Zapatero, pero fue muy duro con él. De hecho, citó al ex ministro Ernest Lluch para quien Zapatero era la nada absoluta. Según González, el hombre que fuera asesinado por ETA acertaba de pleno.
Gonzalez comenzó diciendo que ésta es mi casa y por lo tanto puedo hablar con libertad. En referencia al estatuto catalán, Gonzalez consideró que resultaba inaceptable, y añadió algo más: Recordad que el socialismo andaluz es mas fuerte dentro del partido que el PSC. No contento con ello, animó a sus correligionarios a que crearan el club del No. En otras palabras, que los 38 diputados socialistas andaluces y los 5 extremeños se plantaran y votaran no al texto remitido desde el Parlament, y que no cedieran en su postura, salvo que se produjeran modificaciones fundamentales.
En la misma línea, González, ya en corrillos, advirtió que estaba dispuesto a liderar un cambio radical en el mapa político español: si el PP pasa página del aznarismo, él haría lo propio en el PSOE con Zapatero.
Ahora bien, el golpe de mano no ha resultado. Y no ha resultado por lo que publicamos en nuestra edición anterior: el presidente de la Junta de Andalucía y del PSOE, Manuel Chaves, no ha secundado al golpista, sino que se plantó en Madrid para plantear una reforma de la financiación autonómica mucho más centralista que la que plantea el Estatut y que sería una especie de café para todos, fueran catalanes andaluces o lo que fueran. En definitiva, un texto aguado que permita a Zapatero salvar la cara y tener un nuevo Estatut a pesar de que de nuevo tenga muy poco. En definitiva, Zapatero salvará la cara y mantendrá los mismos socios hasta el final de la legislatura: que nada cambie, ni el tripartito, ni el gobierno de Madrid, y que no se anticipen elecciones ni en Cataluña ni en España. Hay que aguantar como sea hasta que remonten las encuestas.
Eso sí, ahora hay que convencer al gran perdedor, que no es otro que CiU, de que acepte un estatuto rebajado y de que permanezca en la oposición. Es el único escollo que le queda a Zapatero para superar el mayor brete en el que se ha visto desde que llegó a la Moncloa, pero no le queda otra opción. Y como dicen sus asesores de imagen, si fuera necesario, se aprobaría el Estatut con el voto en contra de los nacionalistas de CiU. No es lo mejor, pero es lo menos malo. Alfredo Pérez Rubalcaba tiene de plazo hasta el día 31 para conseguir un acuerdo, con Artur Mas o sin él.