Sr. Director:
El Estatuto ahora propuesto rezuma provisionalidad por los cuatro costados, todos los partidos políticos hablan de a lo mucho que han renunciado para que esto se apruebe, de lo mucho que han tenido que ceder a sus nobles pretensiones, pero a ninguno oímos decir en lo que han influido. Todos nos dicen que vamos a tener nuevos derechos, pero ninguno nos habla de los altos grados de intervencionismo, más de 200 artículos para lo que debe ser un marco para nuestra legislación, parecen excesivos por mucho que sea el cariño con que se mire.
Un Estatuto no es una novela romántica, que nos deba despertar los sentimientos. Un Estatuto no debe decirnos que hemos de ser o dejar de ser.
Cada cual es, o mejor dicho, debería ser libre de mostrar o no sus sentimientos de partencia a un grupo, nación, nacionalidad, realidad nacional, comunidad autónoma, región, länder, estado o comunidad vecinal.
Una ley puede llegar a decirme lo que soy, pero jamás logrará obligarme a tener sentimientos que no quiero tener. Déjennos seguir soñando que debajo de los adoquines que nos conducen al Parlament está la playa.
Ustedes los políticos, parecen plasmar sus frustraciones particulares en un texto que afecta a toda la ciudadanía, si yo siento o no a Cataluña/Catalunya como una Nación plena, no es algo que me deba decir un Estatuto, no necesito que este escrito negro sobre blanco y por mucho que lo diga o lo deje de decir, mis sentimientos, no los cambiaran. Máxime cuando emplean redactados ambiguos que por querer contentar a todos, a nadie satisfacen.
David Javier Saludes
davjasa@yahoo.es