Sr. Director:

La República francesa recientemente ha legislado sobre la inclusión del aprendizaje de la marsellesa -su himno nacional- en los programas de educación y enseñanza. Si bien el chovinismo podría justificarlo, es por el contrario, que el amor a una nación, lo refleja mejor el estremecimiento de corazón cuando suena el himno nacional. Música y letra, cuyos valores son los que transmiten los derechos y libertades que defiende la civilización occidental, y el país donde reside su pueblo.

Un pueblo que no ama a su himno, no defiende sus valores. Un líder que no lo respeta, no es líder del pueblo que lidera.

Con luz y tecnología de la información, hemos asistido a un nuevo desprecio a nuestro himno nacional, por los máximos dirigentes de España y Cataluña. Ante el respeto del francés Dominique Villepin, Maragall y Zapatero charlaban y reían, mientras sonaba el himno de España. Otra burla y otra mofa de quienes representan al pueblo por la legalidad, de la que ellos mismos se carcajean. Quién no respeta el himno de un pueblo, no respeta a ese pueblo. Quién no respetó la cruxificción de Cristo nuestro Señor, pisoteó a los cristianos. Estas personas deben poner el cargo encomendado a disposición del pueblo que traicionan, para que sea ese mismo pueblo el que decida.

Urge la convocatoria de elecciones generales.

José Carlos Navarro Muñoz

carlosnava@terra.es