Sr. Director:

El 16 de abril, el Papa cumplió la mayoría de edad para un hombre maduro: los ochenta años, para muchos todavía un lento camino de proyectos e ilusiones.

Benedicto XVI ha comenzado la pendiente de los años en buena forma física y en plena lucidez. No serán pocas las sorpresas que nos depare este hombre fuerte y hábil para manejar las armas de la verdad, del amor y de la paz con la energía que Dios da a los Papas enamorados de Aquel que es Camino, Verdad y Vida. Casi de estreno en la cátedra de Pedro, el sabio catedrático alemán de la célebre Universidad de Ratisbona, afiló su pluma para esclarecer la esencia cristiana, el amor, y nos regaló su famosa Encíclica Deus Cáritas est, consciente de que la caridad es seña de identidad del cristiano verdadero y salvoconducto inexcusable para el Cielo. Pastor prudente y experimentado, el Papa octogenario, al que calificó de "talento único" el profesor Sönhgen, (director de su tesis doctoral), atisba desde lejos el lobo y su propósito, guiado por la luz del Espíritu Santo, de su propia experiencia y de su fino olfato.

Él, que a los 18 años desertó del Ejército del Tercer Reich porque infringía los derechos humanos, nos alerta de otro peligro destructor: el relativismo moral excluyente, infundamentado como el nazismo, proveniente, como aquél, de ciegas ideologías y de la falta de respeto a los derechos intrínsecos del hombre, como el derecho de todos a la libertad religiosa y a la vida.

Josefa Romo

pepirromo@yahoo.es