La noticia me ha sorprendido pero no me ha asombrado. Que la política de la muerte, es decir, el lobby antinatalista y abortero, tenía que acabar con un odio a la raza humana, no es ningún secreto, de la lógica sucesión del proceso: se empieza pidiendo la despenalización del aborto en casos límites, se pasa al aborto libre y gratuito y, una vez que se ha creado un mercado -esto es lo más importante- se acaba pidiendo la esterilización de la raza humana como paso previo a la desaparición de la misma, previo paso por la equiparación del hombre con el resto de especies animales. Y si para esto hay que modificar los alimentos, pues a por ello.

Y todo ello, en nombre del progresismo, naturalmente. Si el modernismo, en nombre del proceso nacido con la ilustración, llevó a la abolición del hombre como ser pensante, el abortismo lleva a la abolición física que es un ser muy molesto, especialmente para sus congéneres. El primer proceso se carga a la razón, el segundo se carga a la raza sexuada. Y a los nazis que asesoran a Obama ya no les basta con propalar aborto y anticoncepción, porque, a pesar de las facilidades que dan a los humanos para que no se reproduzcan, especialmente con la política de sexo sin concepción y concepción sin sexo, los muy recalcitrantes continúan practicando el ancestral sistema de producción de futuras víctimas de la sociedad de consumo. Que después de todo, no era tan malo: a fin de cuentas, la única forma en la que un ser racional puede reproducirse es el amor.

Coincide la precitada noticia con todo un movimiento en pro de esa liberación animal, los pobrecitos perros, gatos, animales domésticos y especies en peligro de extinción, tan duramente acosados por la especie depredadora: el hombre. Nos proponen que desaparezca el hombre para salvar al resto de las razas. Ahora bien, si desaparece la raza humana: ¿quién cuidará del resto de las especies?

Y toda esta marea es posible gracias a la tibieza de muchos que se dicen defensores de la vida. Por ejemplo el Partido Popular.

Eulogio López

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