¿Qué habría dicho Juan Pablo II sobre un ataque occidental a Irán? ¿Qué habría dicho el hombre que con más denuedo se enfrentó al presidente norteamericano George Bush, por la guerra de Iraq, precisamente aquel a quien la progresía internacional –siempre majadera- consideraba su político más próximo?

Hoy se cumplen dos años de la muerte de Juan Pablo II, el Papa del siglo XX, uno de los pontífices "magnos". Juan Pablo II advirtió que los responsables de la invasión de Iraq (Bush y Blair, con el apoyo de otros políticos de medio mundo, entre ellos Aznar) serían responsables de unos hechos insondablemente graves: "Los artífices de la guerra tendrán que dar cuenta ante Dios y ante la historia". ¿Por qué ese empeño del Papa polaco precisamente frente a esta guerra? Pues la respuesta, si no obvia, es deducible: sabía –y no me pregunten cómo- que la invasión de Iraq iba a producir una violencia en cadena por todo el planeta… o incluso algo más.

¿Cómo podríamos resumir los 27 años de pontificado de Karol Wojtyla? Pues con la frase con la que inició ese pontificado: "No tengáis miedo", gritó a la humanidad cuando la humanidad ni sabía quién era, para añadir luego: "… de abrir los corazones a Cristo". En esas dos frases, que forman una sola, se resumen todas sus encíclicas, discurso, a locuciones, quizás liturgias. Juan Pablo II sólo predicaba el abandono en las manos de Dios, es decir, la virtud más sencilla y más difícil: la confianza en Cristo, la apelación a su misericordia incluso antes que a su justicia. No es casualidad que fuera el entonces cardenal Wojtyla quien levantara el interdicto que pesaba sobre la religiosa polaca Faustina Kowalska, la religiosa de la Divina Misericordia, ni que, una vez Papa, canonizara ala fundadora y convirtiera el segundo domingo de Pascua (próximo día 15) como la Fiesta de la Divina Misericordia.

¿Y respecto al balance eclesial? Pues digamos que Juan Pablo II detuvo un caballo desbocado, que era la Iglesia, azuzada por el mundo. No tuvo tiempo para darle la vuelta pero, al menos, hoy todo el mundo conoce al animal y sabe hacia dónde hay que conducirlo. Por decirlo de otro modo: después de Wojtyla ya no hay excusas. El papa polaco dejó tan claras las opciones que ya nadie puede alegar ignorancia. Para primera premisa de la moralidad cristiana consiste en que le hombre es libre, y que puede escoger entre Cristo y el Mundo. Lo único que podía hacer Wojtyla era señalar dónde estaba Cristo y dónde el Mundo. ¡Y vaya si lo hizo!

Respecto al amor –que es de lo que hablan todos los papas- recordemos sólo tres proposiciones de Juan Pablo II. Ahí van:

1. "Es la entrega responsable de uno mismo, y no la autoafirmación, el camino que lleva a la plenitud humana".

2. "Amar es lo contrario de utilizar".

3. "La castidad es la integración del amor, la virtud que hace posible amar al otro como persona".

Eulogio López