"La tolerancia no es complaciente, es exigente, reclama una actitud activa de defensa de los derechos propios y de los demás"
Tiene su morbo que la vicepresidenta De la Vega defienda a estas alturas que tolerancia no es equiparable a relativismo moral. Y lo tiene porque la ‘vice' siempre ha defendido que todas las culturas son iguales y no ha tenido empacho en hacerse la foto con el nuevo ministro de Sanidad, Bernat Soria, este mismo lunes. Y Soria es de los que afirman que como no está claro que exista vida humana –y por tanto alma- en el preembrión, se puede hacer con él lo que plazca.
Pues bien, ahora De la Vega sostiene que "nada más lejano de la tolerancia que el relativismo moral. Nada más alejado de una política de sentido que la justificación de todo valor o acción, cualquiera que sean. No puede, no puede confundirse, en modo alguno, tolerancia con permisividad, una permisividad que frecuentemente sólo es el disfraz de la fría indiferencia". Un texto que podría haber firmado Benedicto XVI. ¿Recuerda De la Vega sus tiempos en el Colegio Jesús y María? ¿Trata de plantear un guiño a la Iglesia católica? Puede. En todo caso, donde dije digo, digo Diego.
Así que De la Vega plantea que tolerancia no es equiparable a relativismo moral, ni a falta de respeto, ni vulneración de la ley, ni trasgresión de los valores democráticos, ni tampoco renunciar a las convicciones personales. Y más, "frente al silencio cómplice de la indiferencia, la tolerancia es y sólo puede ser militante", apunta la ‘vice', que señala que junto a la defensa de los propios derechos implica un compromiso con el respeto de los derechos de los demás.