La oda empezó con La Caixa, quien editó un libro de una feminista del PSOE en la que se acusaba a la religión de provocar violencia contra las mujeres. Pero la ciencia no se detiene jamás, y tras extraer tan profunda conclusión con cargo la obra social de la primera entidad de ahorro del país, ahora les toca el turno a sus colegas de Caja España.
La entidad castellano-leonesa ha editado un libro sobre violencia de género, obra de dos agentes de igualdad de oportunidades, una nueva profesión a la que se augura mucho futuro, además de miembro de la Cátedra de Estudio de Género de la Universidad de Valladolid, disciplina científica de honda raigambre académica.
En todo el libro no se habla, ni un sólo momento, de violencia de la mujer contra el hombre: la violencia de género, para doña Laura Torres San Miguel y doña Eva Antón Fernández es de dirección única (ahora les dejo con la duda, hala: no les voy a decir cuál es esa dirección). Tampoco se habla de la violencia extrema de las mujeres sobre sus hijos no nacidos en el aborto y otras prácticas contraceptivas, porque esas vulgaridades no son propias de una señora.
El estudio, muy científico, parte de un dato curioso. Citando a varios organismos internacionales, naturalmente sin identificar, la violencia de género es la primera causa de muerte o invalidez para mujeres de 15 a 44 años, superando otra como el cáncer, la malaria o los accidentes de tráfico. Seguramente el país donde mueren más mujeres por maltrato varonil que en accidente de tráfico debe de ser Mauritania, donde el tráfico rodado es mínimo, salvo en el Dakar
Y ya puestos, las autoras citan a UNICEF, quien ha llegado a la conclusión de que una de cada cinco mujeres es maltratada en el mundo. Esta encuestas suelen seguir criterios de miras amplias y mente abierta, una actitud que siempre hay que tener aun a riesgo de que la mente se constipe. Por ejemplo, la encuesta, realizada 5 años atrás, y que ha servido como soporte estadístico para todo el aparato legal sobre violencia de género, incluida la ley caldera hoy en vigor, llegaba a la conclusión de que en España había 600.000 mujeres maltratadas, aunque algunos medios, especialmente El País, lo amplió, tras opiniones diversas, todas ellas feministas, a los 2 millones. Sin embargo, en la encuesta la de los 600.000, no las de los 2 millones- entraban en la catalogación de mujeres víctimas de la violencia de género, aquéllas a las que su pareja les arrebataba el mejor sitio en el salón a la hora de ver la TV. No, no es coña. La verdad, al abajo firmante le parece que, con esos parámetros, el número de maltratadas debería multiplicarse por tres o por cuatro.
Volvamos al sesudo estudio de la entidad de ahorro castellana, que reúne todos los presupuestos del método científico, como creo haber dicho antes. Bajo el epígrafe Análisis de las distintas manifestación de violencia de género, las dos agentes de igualdad de oportunidades, afirman que contra la mujer, el varón ejerce al menos cuatro tipos de violencia: física, sexual, psicológica y social. La mujer no ejerce ninguna, porque, naturalmente, su postura es la de víctima propiciatoria, de la misma manera que, en esta división del trabajo, al varón le ha tocado el papel de verdugo. Las dos primeras parece que lo tenemos todos meridianamente claras pero se trataba de realizar un elenco científico, lo más completo posible, si ustedes me entienden. Por eso, en la violencia social se alude a micromachismos o violencia de baja intensidad. No se cita el ejemplo del sillón ante el televisor muy grave- pero sí una violencia, la social, no se me pierdan, que consiste en aprovecharse habitualmente del tiempo, trabajos y cuidados de las mujeres. No se especifica la materia de aprovechamiento varonil naturalmente, en ningún caso la mujer se aprovecha del tiempo, trabajos y cuidados del varón, dado que toda mujer es canonizable- pero, en cualquier caso, se intuye la gravedad del abuso, por cuanto convierte a las mujeres en seres para otros. Y eso, convendrán conmigo, en que resulta inadmisible.
Y qué decir de la violencia psicológica. Amplísimo y vasto, muy vasto, terreno pantanoso, donde el varón, ¡Ah miserable!, provoca en la mujer sentimientos de desvaloración (de valer menos, por si no lo habían cogido) o sufrimiento mediante el uso de técnicas de desestabilización emocional.
Como varón puedo asegurar que no he hecho el cursillo de aprendizaje de tales técnicas, pero estoy seguro de que la capacidad de ejecutarlas se alberga en algún recóndito lugar de mi estructura física o anímica, esperando, cual leopardo tras su presa, a saltar en el momento en que menos lo espere. Debe de ser la pera limonera.
Se me olvidaba la violencia económica, que es tremenda. Las autoras del estudio aluden a la taimadísima táctica de obligarla a depositar el sueldo en una cuenta a su nombre. Esta perversidad me ha llamado poderosamente la atención, dado que he descubierto que soy víctima del asunto, dado que es mi señora la que controla las cuentas corrientes de la familia, la libreta de ahorros, el presupuesto familiar y la moneda suelta. Bueno de eso siempre llevo algo en el bolso. En principio, siguiendo los sabios consejos del informe de Caja España, deduje que mi mujer ejercía sobre mí una insoportable presión psicológica del subtipo violencia económica, dado que soy incapaz de responder a la pregunta: ¿cuánto dinero tenemos en la cuenta? Por todo ello pensaba denunciarla al club de hombres, pero luego he caído en la cuenta de que se trata de una quimera. Siendo yo hombre, y ella mujer, soy yo el que ejerce violencia sobre mi persona, y en ningún caso podría darse la situación inversa. Por tanto, la ignota razón debe figurar en algún otro lugar. ¡Quién fuera Agente de Igualdad de Oportunidades para poder resolver el enigma!
A partir de aquí sólo me queda aconsejarles la amenísima lectura de Lo que usted debe saber sobre Violencia de Género, título que me recuerda a aquello de Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar.
Eulogio López