Según su director, Terry Gilliam, esta narración terrorífica es un punto de encuentro entre Alicia en el país de las maravillas y Psicosis. Pero lo que oculta es que la película no es tenebrosa por lo que narra sino por lo insinúa; puesto que en esta bajada a los infiernos todo ronda lo inmoral…Por ello, Tideland no es, como anuncia su publicidad, "un film poético de terror" sino un relato escabroso de difícil digestión.
Jeliza –Rose es una niña, hija de padres drogadictos, que tras el fallecimiento de su progenitora inicia un viaje a ninguna parte con su padre. Para poder "sobrevivir" ante la adversidad circundante, la niña recurre a la imaginación…
Seguramente, por este comentario, pensarán que no tiene mala pinta esta historia de escapismo imaginada por un director tan famoso como Terry Gilliam (responsable de El rey pescador, Miedo y asco en las Vegas o La vida de Brian). Lo malo es que a partir de este comienzo crudo, desgarrador, pero interesante, este cineasta desarrolla un guión sólo apto para adultos que se asusten de pocas cosas. Muy desagradable, rozando la pederastia en algunos momentos, el viaje en el que nos sumerge Tideland es un trayecto en el que muchos quisiéramos no habernos embarcado. Desconozco que sentido tiene mostrar el feísmo, hacer alarde de lo monstruoso, regodearse en la porquería…Y justificar todo esto afirmando que se trata de una película de contenido polémico.
A más a más, lo que no me entra en la cabeza es que unos padres (en este caso los de la niña Jodelle Ferland) le hayan dejado trabajar en una película en la que, en su personaje de Jeliza Rose, prepara jeringuillas para inyectarse droga su padre, se besuquea con un adulto etc…¡Pobre niña!