Ante el caso de la desaparición de una persona se movilizan todos los recursos necesarios para encontrarla.
Lo mismo ocurre cuando se producen accidentes de tráfico, o en la montaña, en un río, etc., rápidamente interviene personal especializado, y en muchos casos también voluntarios, con ambulancias, helicópteros y todos los medios necesarios para encontrar y auxiliar a la victima.
Asimismo, cuando se encuentra un cadáver es objeto de investigación para averiguar las causas de la muerte y, en su caso, que no quede impune. Se activan estas pautas de actuación independientemente de la raza, sexo, nacionalidad, condición social, etc. de las victimas.
Se procede así porque se trata de seres humanos, esa razón es suficiente. Así debe ser, y así es. Si ante unas circunstancias en las que esta en juego la vida de una persona, por dinero, indiferencia, ideología o por otras causas, la sociedad omitiese actuar de esta manera adecuada, sería una conducta propia de bárbaros, que sustituyen las pautas morales que la ley del más fuerte.
En esta sociedad, que pone en marcha todos sus mecanismos de solidaridad ante situaciones de emergencia, algunos políticos de uno u otro partido tienen la incongruencia de no buscar alternativas ante los problemas que se le pueden presentar a la mujer embarazada, y politizando el derecho a la vida del niño en gestación, cuestionan ese derecho, y no ofrecen a la futura madre otra opción que abocarle al aborto provocado.
Tengo la intuición de que es posible encontrar soluciones más inteligentes y humanitarias. Tal vez aplicando la inteligencia con algo de corazón…
José Murillo