En el tema de los casos de corrupción que desgraciadamente afecta a todos los partidos, parece que cuando salta alguno con más virulencia en un partido los demás se alegran y aprovechan para pedir dimisiones.
En este contexto viene como anillo al dedo el recuerdo de esa sabiduría popular recogida en el refranero y que resume milenios de experiencia humana, según la cual "no hay mal que por bien no venga". Es decir, ha llegado el momento de recuperar las virtudes, sobre todo la honradez y el honor, que han cimentado la idiosincrasia española y que todos los partidos políticos, los sindicatos y demás agentes sociales, se pongan de acuerdo para dar la batalla a la corrupción, un concepto que es mucho más amplio que el tráfico de influencias o el manejo de dinero negro, las empresas fantasma, etc.
Por ello asombra que la propuesta del Gobierno, Mariano Rajoy, de llegar a un pacto contra la corrupción, haya sido desdeñada por Rubalcaba, más empeñado en recuperar su dañado liderazgo en el seno de su dividido partido que en colaborar con el Partido Popular en la busca obligada del bien común.
José Morales Martín