Es el problema de los ex presidentes del Gobierno, objetos muy valiosos que nadie sabe dónde colocar. Además, Felipe González perdió el poder por la mínima y con su prestigio internacional creciente. El problema de Zapatero es que su prestigio internacional nunca ha sido alto pero le ha llevado al abismo sencillamente.
El Zapaterismo pasará a la historia por ser un peón del Nuevo Orden Mundial (NOM) y además por haber colaborado a la disolución de España. Durante sus años de Gobierno, además, ha contado con un presidente de la oposición enormemente superficial, Mariano Rajoy, convencido de que el único objetivo del político es el poder y, una vez alcanzado, permanecer en él el mayor tiempo posible.
Como peón del Nuevo Orden Mundial, ha luchado por convertirse en la antítesis de los valores no negociables de Benedicto XVI: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común.
Veamos: Zapatero ha colaborado con entusiasmo en la destrucción de la familia natural, mucho más con el divorcio express que con el homomonio. Al mismo tiempo, elevo al aborto a la categoría de derecho, implantó la ideología de generó y multiplicó los nuevos campos de exterminio, los laboratorios donde se utilizan los embriones humanos como cobayas, incluidos los productores de esos embriones sobrantes que son las unidades de fecundación asistida, y a la que Zapatero suprimió todos los límites, y con ello nació la división -cientos de miles- de seres humanos no nacidos, esto es, crioconservados.
Al mismo tiempo, el Zapaterismo se ha distinguido por la supresión paulatina pero constante de la enseñanza privada, domesticada mediante el concierto y cada vez más limitado, y dejando la educación de los pequeños en manos del Estado -su actual ministro de Educación lo expresó con meridiana claridad: la educación no corresponde a los padres, sino al Estado-. Esta continua agresión a la enseñanza privada se complementó con dos asignaturas muy en la línea del Nuevo Orden: Educación para la Ciudadanía y Ciencias del Mundo Contemporáneo. La primera decretó la perversión de los menores por la libre opción sexual. La segunda revocó el principio de la creación por el de una lectura simplona de la teoría de la evolución que hubiera asombrado la propio Darwin.
El bien común, el cuarto principio no negociable de Benedicto XVI para la labor de los católicos en política, no ha sido protagonizado, sino permitido, por el propio Zapatero. La corrupción reina en España, entre la izquierda y la derecha, pero ZP no es un hombre que aspire a ser millonario: a él lo que le interesa es estar en el poder, en el proscenio social.
Más bien su ataque al bien común ha consistido en el progre-capitalismo, es decir, en la plutocracia. Los grandes bancos, las grandes empresas sólo han sufrido con Zapatero cuando han venido otras grandes empresas extranjeras y han entrado en España mientras ZP no movía un dedo para no quedar mal ante sus colegas internacionales. No olvidemos que el complejo de inferioridad de ZP en la diplomacia internacional es inconmensurable.
Así, ZP ha permitido la institucionalización de la corrupción en España y la pérdida de empresas estratégicas en el mundo. Ha consagrado el principio de que lo grande es bueno y lo pequeño es malo. La pyme es mala, no tiene futuro en el mundo y la propiedad privada no se ha repartido sino que se ha concentrado, al tiempo que los menesterosos se han acostumbrado a vivir de las subvenciones públicas y la iniciativa creadora se ha reducido peligrosamente. De hecho, los más creativos en la España de hoy son los inmigrantes.
Pero no sólo ha secundado los planes del NOM, la antítesis de los principios no negociables de la Iglesia sino que, además, ha contribuido a la disolución de España. No se trata de separatismos, que no tienen cabida porque la fuerza centrípeta europea es mucho más importante que la fuerza centrífuga nacionalista. Se disuelve España cuando se atenta contra la Iglesia, especialidad del Zapaterismo. Guste o no, las raíces españolas son cristianas y la actual esquizofrenia en la que vivimos los españoles no es más que eso: desprecio de nuestras raíces y vuelta al guerracivilismo, que no fue más que un enfrentamiento en la fe cristiana y el ateísmo marxista.
Pero tanto los objetivos del Nuevo Orden Mundial (NOM) como la disolución de España sea vehiculizado a través de los grandes multimedia del Zapaterismo, que son PRISA y Mediapro. Ambos han gozado del favor público, lo que conlleva el favor probado, sobre todo de la banca, a la que los medios progresistas nunca pagan, pero ambos se han entrenado por los derechos del fútbol, es decir, por dinero. Y ambos pugnan ahora por la sucesión de Zapatero.
PRISA, y con él, el Felipismo, apuestan por Alfredo Pérez Rubalcaba, que no quiere ser vicepresidente de un Gobierno que se hunde sino candidato a la Presidencia de un PSOE que espera que las elecciones de 2012 coincidan con una cierta recuperación económica o, al menos, con la salida del túnel. PRISA le apoya con entusiasmo, pues don Alfredo siempre ha estado pegado al grupo Polanco, o al Grupo Cebrián. Además, Rubalcaba incluso se atreve a llevarle la contraria a ZP en materia antiterrorista, pues no quiere ni oír hablar de ETA.
Dentro del Zapaterismo, y frente a PRISA, se encuentra Mediapro, cuyo mentor último es Miguel Barroso, el hombre WPP en España, que propugna a su esposa, la ministra de Defensa, Carme Chacón, uno de los miembros más populares y más frívolos del Gabinete, que está destruyendo lo poco que quedaba del Ejército español a gran velocidad. Feminista independentista catalana y extraordinariamente alocada, es la apuesta del todopoderoso grupo Mediapro para sustituir a Zapatero.
Y sí, en su pequeño delirio ideológico, ZP sueña con que su salida del Gobierno coincida con un cambio de Régimen: base que no tiene ningún futuro como ex presidente en la Unión Europea pero no rechaza la III República, una especie de icono de toda su macedonia intelectual y política.
Por cierto, existen dos hombres clave en los vergonzosos quehaceres de esos dos multimedias socialistas: el secretario de Estado, Bernardino León, el diplomático más ambicioso que recuerda el Cuerpo y el consejero socialista de Telefónica, Javier de Paz.
Ese es el momento de renovación de la izquierda española, mientras la derecha, convertida ahora en pagana, espera que el poder caiga en sus manos como fruta madura. A lo mejor se equivoca. En política 20 meses es una eternidad.
En cualquier caso, ya no se habla de si ZP debe ser sustituido sino de quién debe sustituirle. Él sueña con ser el presidente de una España republicana.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com