El miércoles, en el Consejo de Administración de RTVE se oyeron palabras graves. No eran los consejeros populares quienes arremetían contra el presidente Alberto Oliart sino los felipistas. Curioso, porque Oliart se ha pasado toda su vida profesional pegado a PRISA, es decir, al felipismo, para ahora, vuelto de su jubilación, convertirse en el más aguerrido zapatista. En cualquier caso, el fichaje de su sobrina, casi 100.000 euros de salario, como adelantara Hispanidad, resulta especialmente inoportuno en un momento en el que los sindicatos braman contra la externalización de programas.
En cualquier caso, lo más grave es que RTVE está en quiebra. Hay dinero hasta junio, ni un euro más y no está claro que vaya a llegar el dinero esperado, tras el bofetón de Bruselas.
Mientras, en los pasillos de Prado del Rey se escuchó el mismo miércoles una sonora pitada contra la gestión de la cadena. El sindicato Alternativa RTVE denuncia el cierre de los centros regionales al tiempo que se externaliza la producción. Una práctica que era normal en series de televisión como La señora, Aguila roja o Cuéntame y que se extiende a las retransmisiones deportivas, la Lotería Nacional y hasta el discurso de Navidad del Rey. El principal beneficiario es la competencia: uno de los principales accionistas de La Sexta, Mediapro, a través del grupo Imagina ha ido engullendo lo que TVE se ha ido dejando por el camino. Competencia sólo nominal, porque los beneficiarios comulgan ideológicamente con Zapatero más que nadie en TVE: Jaume Roures y los Migueles, Contreras y Barroso, especialmente éste último, casado con la ministra Chacón, para que todo quede en casa.
¿Lo hacen mejor?¿Tienen más medios? No, pero son amiguetes, porque el hecho es que TVE tiene paradas desde hace un año 25 unidades móviles de televisión y su correspondiente personal pero pagadas con dinero público, mientras España Directo queda en manos de Overon, propiedad de Imagina.
¿De dónde piensa el Gobierno sacar tanto dinero? La supresión de la publicidad parecía una buena idea: satisfacía a las privadas dejándoles más tarta en el pastel publicitario (de hecho, han facturado un 10% más por publicidad desde el 1 de enero), vendía a los televidentes una tele sin publi y financiaba el resultado a medias entre el presupuesto público y el sablazo a las telecos, que pagarían un 2% de su facturación. Sin embargo, la Comisión Europea abrió este mismo jueves un expediente contra Francia por hacer lo mismo. De la Vega importó la idea a España, pero la comisaria de Competencia, Viviane Reding, no deja de mostrar su preocupación por la carga que este impuesto puede suponer para un sector vital en el crecimiento europeo y por la posibilidad de que las telecos acaben cargando sobre sus clientes el coste de financiar a las televisiones públicas.