El presidente del Gobierno hace lo mismo que González, Aznar y Zapatero
Haciendo un repaso a la historia, tras la Marcha Verde, que forzó la salida de España del Sahara en 1975, las relaciones entre España y Marruecos quedaron institucionalizadas en julio de 1991 con la firma del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación suscrito en Rabat. En julio de 2011 se cumplió el vigésimo aniversario del Tratado de Amistad coincidiendo con la aprobación de la reforma constitucional planteada por Mohamed VI en un referéndum considerado por algunos como insuficiente, pues el rey marroquí sigue ostentando muchos poderes.
Durante su estancia en Rabat, Rajoy se entrevistará con el jefe del Ejecutivo marroquí, Abdelilá Benkirane, considerado islamista moderado, y con el rey Mohamed VI. En la agenda, varios temas posibles: el terrorismo, el secuestro de dos cooperantes españoles en Argelia en octubre -Rabat ha expresado su disposición ayudar-, el tema del Sahara Occidental y la relación del reino alauí con la Unión Europea (UE), después de que el Parlamento Europeo se negase a renovar el acuerdo de pesca con Rabat, un acuerdo que beneficiaba sobre todo a la flota española; o el nuevo acuerdo agrícola entre la UE y Marruecos, cerrado hace año y medio (entre los elementos más delicados para el sector español que introduce el nuevo convenio están las mayores facilidades que concede al tomate marroquí para su entrada en el espacio comunitario).
Como decimos, también es probable que Rajoy intercambie puntos de vista con las autoridades marroquíes respecto al contencioso internacional de la excolonia española del Sáhara Occidental, uno de los temas que más roces ha generado entre ambos países. El PP apoya el referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, plasmado en su programa electoral. Sin embargo, el actual Gobierno español confía en que la postura que mantiene en torno a esta cuestión no vaya a generar "problemas" con el país vecino.
Asimismo, Marruecos reivindica periódicamente la situación de Ceuta y Melilla, por considerarlas ciudades "ocupadas". De hecho, en noviembre de 2007 estalló una crisis tras la visita de los Reyes a ambas ciudades, que Marruecos calificó de "lamentable", y llamó a su embajador en Madrid a consultas. La crisis se zanjó en enero de 2008 con la vuelta del embajador marroquí. Esta última cuestión de Ceuta y Melilla forma parte de las reivindicaciones periódicas marroquíes, que olvidan que ambas ciudades eran españolas antes incluso de que Marruecos naciese como país.
Esperemos que la visita de Rajoy inicie una etapa de buenas relaciones entre ambos países -vecinos condenados a entenderse- y en ningún caso suponga una servidumbre de España ante Rabat. El ejemplo lo tuvo en José María Aznar, que supo pararle los pies o al menos enviarles una señal a los alauitas (Perejil, etc). Cooperación, sí: servidumbre, no.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, viaja hoy a Marruecos en lo que es su primera visita a un país extranjero. De esta manera, hace lo mismo que anteriores presidentes como Felipe González en 1983, José María Aznar en 1996 y José Luis Rodríguez Zapatero en 2004: inaugurar sus visitas al exterior en el reino alauí. Algo que, sin embargo, no hizo Adolfo Suárez -viajó a Marruecos, pero después de visitar otros países- ni Leopoldo Calvo Sotelo -aunque este por falta de tiempo debido a su corto mandato-. Así que costumbre, lo que se dice costumbre, no es; o al menos, no ha sido respetada por todos los presidentes españoles.
Haciendo un repaso a la historia, tras la Marcha Verde, que forzó la salida de España del Sahara en 1975, las relaciones entre España y Marruecos quedaron institucionalizadas en julio de 1991 con la firma del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación suscrito en Rabat. En julio de 2011 se cumplió el vigésimo aniversario del Tratado de Amistad coincidiendo con la aprobación de la reforma constitucional planteada por Mohamed VI en un referéndum considerado por algunos como insuficiente, pues el rey marroquí sigue ostentando muchos poderes.
Durante su estancia en Rabat, Rajoy se entrevistará con el jefe del Ejecutivo marroquí, Abdelilá Benkirane, considerado islamista moderado, y con el rey Mohamed VI. En la agenda, varios temas posibles: el terrorismo, el secuestro de dos cooperantes españoles en Argelia en octubre -Rabat ha expresado su disposición ayudar-, el tema del Sahara Occidental y la relación del reino alauí con la Unión Europea (UE), después de que el Parlamento Europeo se negase a renovar el acuerdo de pesca con Rabat, un acuerdo que beneficiaba sobre todo a la flota española; o el nuevo acuerdo agrícola entre la UE y Marruecos, cerrado hace año y medio (entre los elementos más delicados para el sector español que introduce el nuevo convenio están las mayores facilidades que concede al tomate marroquí para su entrada en el espacio comunitario).
Como decimos, también es probable que Rajoy intercambie puntos de vista con las autoridades marroquíes respecto al contencioso internacional de la excolonia española del Sáhara Occidental, uno de los temas que más roces ha generado entre ambos países. El PP apoya el referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, plasmado en su programa electoral. Sin embargo, el actual Gobierno español confía en que la postura que mantiene en torno a esta cuestión no vaya a generar "problemas" con el país vecino.
Asimismo, Marruecos reivindica periódicamente la situación de Ceuta y Melilla, por considerarlas ciudades "ocupadas". De hecho, en noviembre de 2007 estalló una crisis tras la visita de los Reyes a ambas ciudades, que Marruecos calificó de "lamentable", y llamó a su embajador en Madrid a consultas. La crisis se zanjó en enero de 2008 con la vuelta del embajador marroquí. Esta última cuestión de Ceuta y Melilla forma parte de las reivindicaciones periódicas marroquíes, que olvidan que ambas ciudades eran españolas antes incluso de que Marruecos naciese como país.
Esperemos que la visita de Rajoy inicie una etapa de buenas relaciones entre ambos países -vecinos condenados a entenderse- y en ningún caso suponga una servidumbre de España ante Rabat. El ejemplo lo tuvo en José María Aznar, que supo pararle los pies o al menos enviarles una señal a los alauitas (Perejil, etc). Cooperación, sí: servidumbre, no.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com