Ya nadie ignora que nuestro país es el único de todo el mundo donde se sanciona el uso del español, por arte y magia del iluminado Zapatero.
En cualquier otro lugar del orbe terrestre, si quiero rotular mi negocio en español, lo hago sin que nadie me persiga; si quiero responder a unos clientes en español, lo hago sin que algunos espías me denuncien; si quiero llevar a mis hijos a estudiar español en un colegio al efecto, no encuentro problema alguno. Pero en algún lugar de España nada de esto es posible, gracias a la anuencia de nuestro señor Presidente que, no solo lo consiente, sino que lo alienta y protege.
Esto ocurre en una región española gracias a la imposición dictatorial de unos políticos corruptos, inmorales, lingüicidas y despreciativos con su pueblo, al que engañan con una supuesta superioridad sobre su mayor enemigo que es el resto del pueblo español. La demagogia de estos señores les oculta el descarado abandono que tienen en otros aspectos de verdadero interés, como el bienestar social, la exaltación de valores, la libertad tan restringida en todos los ámbitos- y el retroceso originado en la economía, la industria y el comercio.
Afortunadamente no se han ocupado de promocionar el occitano, dialecto que también se habla en alguna zona de Cataluña; de haber sido así, estaríamos buscando también interpretes, no solo en el Senado Español, sino también en el Parlamento Catalán.
No se que pinta ese Ministerio llamado de Igual da; acaso ¿no es competencia suya buscar la igualdad entre españoles? Y que yo sepa, es una terrible desigualdad negarles a los ciudadanos catalanes la posibilidad de estudiar, hablar y escribir como el resto de españoles: en español.
Pablo Delgado