Recientemente he asistido al funeral de una parienta. En su homilía el sacerdote ha destacado que los católicos, los que queremos seguir a Cristo, tenemos que empezar por hacer felices a los que tenemos a nuestro alrededor, ese es el mensaje de Jesús.
Al salir, yo misma me he preguntado: ¿Qué hizo Él en sus años de vida pública? Escuchar a todos, ayudarles, curarles y sobre todo quererles. Nosotros debemos imitarle no sólo no echando preocupaciones innecesarias sobre los demás, sino ayudándoles a sobrellevar las que tienen, que hoy día son muchas las necesidades, tenemos la peor crisis -que no la económica- que también, pero ¿y la crisis de valores? Es cierto, que algunos te dirán ¡es que yo poco puedo hacer! Ya, pero ¿y todos unidos?
Y, si alguna vez nos encontramos que nos faltan las fuerzas, enciérrate en tu habitación, coge el evangelio, repásalo y verás como encuentras respuesta a tus dudas.
Nos lamentamos de cómo está el mundo ¿Qué esperamos? ¿Que lo arreglen los políticos? Empecemos nosotros mismos por sembrar paz y amor en nuestra parcela. ¡Ay!... Sí todos hiciéramos esto, el mundo sería un remanso de paz. Ésta, ha sido la reflexión que yo he sacado de unas muy cortas, pero profundas palabras de este sacerdote.
Rita Villena