En la primera sesión de ayer -a la hora del España-Suiza- he visto con mi esposo la película La última cima.
No se puede explicar, hay que verla, porque trata de la vida de un sacerdote santo -muerto a los 42 años en un accidente de montañismo- visto desde el testimonio de muchas personas que le conocieron.
Esta película -que no es políticamente correcta, sin decir ni una palabra de política- no participa de los generosos donativos que los Almodóvar y otros reciben -a nuestro pesar- de los bolsillos de todos los españoles. Por ello, también es poco probable que el Ministerio de Cultura y la Academia del Cine la promocionen para los Oscar, los Osos, o cualquier otro premio.
Pero quien -teniendo algún prejuicio sobre la Iglesia y los sacerdotes- vaya a verla, o bien tiene la sensibilidad de un cepillo de púas (y la película no es sensiblera), o algo habrá cambiado en su interior cuando salga a la calle.
Amparo Tos Boix