De esta forma, España pierde la primera eléctrica del país, la de mayor capacidad de generación y más clientes. Naturalmente, a E.ON le sobra capacidad de generación, lo que quiere son los clientes, la cuota de mercado español. Y naturalmente, no acepta una fusión entre iguales: sólo acepta la deglución y el mando. Todo muy curioso, dado que no hce aún dos años, La Caixa tuvo que marcharse del Deutsche, buque insignia de la banca alemán, porque al Gobierno Schoröder no le salía de las salchichas ceder su joya a unos españolitos. Y Telefónica tuvo que marcharse de Alemania, tras perder cerca de un billón de las antiguas pesetas, porque el Gobierno alemán le estafó, le obligó a pagar cantidades abusivas por unas licencias y luego le hizo la vida imposible en beneficio de la ruinosa Deuitsche Telekom.
Se prepara, pues, para Endesa, un proceso de jibarización paulatina, similar al que sufre SEAT desde que Volkswagen entrara en su accionariado. Primero se cobra las subvenciones públicas, luego se utilizan los créditos fiscales y finalmente se comienza a reducir gatos, es decir, plantilla. Si E.ON gana, si Gas Natural y La Caixa no reaccionan, las decisiones de inversión de la empresa española más estratégica de todas, se tomarán en Düsseldorf.
Lo más llamativo es que desde el partido Popular y desde sus medios informativos afines, la defensa de Manuel Pizarro y de Endesa se ha hecho en nombre de patriotismo. Pues bien, al parecer, el patriotismo consiste en evitar que la empresa se la quede un catalán dándosela a un alemán. Al parecer, Düsseldorf es más España que Barcelona.
Es verdad que Gas Natural hizo un oferta rácana y que conllevaba el troceamiento de Endesa. Y si no fuera por el entusiasmo y espurio apoyo del Gobierno Zapatero, la filial de la Caixa se habría visto obligado a poner más dinero sobre la mesa y sobre todo, a no trocear Endesa vendiendo activos a Iberdrola, sino comérsela al 100 pro 100. Cierto. Y por esa razón, en Hispanidad siempre hemos estado a favor de la opa, pero no de cómo se estaba ejerciendo (con los que nos hemos ganado la enemiga de ambos bandos).
Lo malo es que durante las primeras e intensas horas de la mañana del martes 21 percibo un aire de derrota en el entorno Caixa. En mi opinión, deberían luchar, porque los alemanes tampoco pagan lo que vale Endesa, que supera los 30 euros por acción. No sólo eso, sino que el comunicado de los caballeros teutones, muy dignos ellos, advierte que si hay dividendo (lo hay, saben que lo hay, y es bien hermoso) se deducirá su importe de los 27,5 euros, que podrían convertirse, según se hagan las cuentas, en 24 euros, incluso menos, es decir, asimismo por debajo de su actual valor en bolsa. Simplemente, E.ON ha dicho aquello de a bodas me convidan, o, en expresión local, al río revuelto de las estúpidas rencillas entre españoles, nosotros, los alemanes, vamos a sacar tajada.
Porque esto no es patriotismo económico, ni tan siquiera es patriotismo del diner sólo es patriotismo del orgullo y anticatalanismo rancio. De hecho, los alemanes sustituirán a los directivos españoles por su gente en cuanto lo permita el decoro. Es la historia de este país de lelos: siempre hay un tercero que debe venir a poner paz entre las dos españas y, a cambio, se ve en la penosa tesitura de colonizarnos.
Ahora entendemos la campaña publicitaria de Endesa, cuya lema era On, on, on Se olvidaron de la E.
Eulogio López