Lo cuenta Gonzalo Garteiz en La Celosía: la ONU está muy preocupada por el aumento de la pederastia en el mundo. Eso sí, al parecer, lo único que le preocupa a tan relevante organización -la sede física de la ideología Nuevo Orden Mundial (NOM)- sea la mínima pederastia clerical (muy reprobable, pero mínima en comparación con cualquier otro colectivo).

Sí, la pedofilia aumenta en el mundo. El niño no está preparado para la sexualidad pero si animalizas y trivializas la sexualidad adulta lo lógico es que vuestras víctimas, las del NOM y la ONU, acaben en la pedofilia… por aquello de conocer nuevas experiencias.  Exigisteis levantar todas las fronteras y ahora queréis poner la frontera de la infancia. ¿No os dais cuenta de que las contradicciones no sobreviven a su propia formulación

¿Qué os creíais, que os iba a salir gratis No, no son el turismo sexual y la trata de niños los culpables de que se dispare la pedofilia. Esas son consecuencias de la impureza reinante, al igual que la pornografía, pero no son la causa.

Habéis pregonado que no hay límites a la libertad sexual (por ejemplo, desde la propia ONU, que ahora se mesa los cabellos), habéis pregonado que las mujeres pueden ir desnudas por la calle, habéis banalizado las relaciones sexuales gracias a la anticoncepción química y al aborto quirúrgico, habéis inventado el sexo sin concepción y la concepción sin sexo, les habéis dicho a los jóvenes que no hace falta comprometerse con el otro y que el amor es eso que se hace en la cama.

Habéis creado, en definitiva, una sociedad de imbéciles hiposexuales, más icónico que otra cosa, incapaces de amar, sólo pendientes del placer que pueda proporcionarme el otro en lugar de estar pendiente del otro, y ahora queréis que se tomen a la mujer en serio y que la mujer se tome al fruto de sus entrañas en serio.

Habéis forjado una sexualidad regida por la exigencia siempre creciente de un placer siempre decreciente, que obliga al sujeto a la búsqueda de una permanente novedad que da como resultado una permanente frustración.  

Después de la enésima cópula o masturbación, igual me da, el sujeto agente ha pensado que la cosa empezaba a aburrirle y, en su morbosidad, es decir, en su sexo desprovisto de amor, de entrega, de compromiso, decide experimentar nuevas sensaciones, y entonces se pasa al sexo anal, una nueva frustración. La homosexualidad, es decir, la negación de la sexualidad, también le hastía. Como aseguraba aquel gay: "¿Qué le importo  a este tío que me está horadando el trasero".

Y entonces el espíritu mórbido abrió la puerta a la pederastia, porque si hay una característica en el rijoso es la inclinación a destrozar la inocencia.

Y cuando se ha llegado a este estado, a destrozar la infancia, descubrimos que el sexo sin entrega no es más que violencia.

Y siguiendo con la catarata de la degeneración, el sexo deja de ser la puerta de entrada al compromiso matrimonial para convertirse en la puerta de salida de la familia natural y de la razana humana. Homosexualidad, pederastia e incesto no dejan de ser tres estaciones de un mismo itinerario.

Ahora me resultaría muy simple advertir que el estado final de este repugnantillo sendero es la zoofilia o la necrofilia pero me equivocaría. La perversidad sexual no es un camino que conduzca a sitio alguno, bueno o malo. Es un círculo, círculo vicioso, y un pelín pringoso.

Y desde luego, te lo pueden poner difícil pero se puede salir de ese círculo. Basta con apuntarse a la civilización del amor. Es decir, cuando uno sabe que la persona que está al otro lado del amor erótico, tampoco quiere que le hagan daño. Amar es lo contrario de utilizar, decía el gran Juan Pablo II. Y con ello lo dijo todo.

En cualquier caso, que la ONU y el Nuevo Orden Mundial (NOM) se asombren de que se dispare la pederastia es cosa de mucha risa: los culpables somos todos pero los inductores son ellos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com