Acierta Gibson al dar contenido a su film: Cristo ha venido al mundo movido por el amor, para redimirlo del pecado; y acepta, voluntariamente, su pasión y muerte. Tiene una misión que cumplir; liberar a los hombres de la esclavitud del pecado. Una narración que se basa, sobre todo, en los evangelios, seguidos con fidelidad, aunque también tiene en cuenta revelaciones privadas a dos monjas: la beata alemana Anna Katharina Emmerich, y la venerable española María de Ágreda.
El film resulta duro. Desde que Jesús es prendido en el huerto de los olivos, es sometido a todo tipo de vejaciones. Y el guión narra los detalles que describen los evangelios: insultos, empujones, bofetadas, salivazos. Le obligan a colocarse vestiduras ridículas, le azotan salvajemente, le coronan de espinas... Una tortura mostrada con gran realismo. "Pienso que nos hemos acostumbrado a ver preciosos crucifijos en las paredes, y hemos olvidado lo que pasó de verdad. Me refiero a que sabemos que Jesús fue azotado, que cargó con la cruz, que los clavos le traspasaron las manos y los pies, pero raramente pensamos en lo que eso significa", comenta Gibson.
La película aporta desde el principio: que todo lo padece Cristo para librar al hombre del pecado. De modo especial cuando el diablo le tienta en el huerto de los olivos, diciendo que no puede pretender cargar sobre sí el peso del pecado de todos los hombres.
El gran acierto de Gibson consiste en ofrecer la mirada de la Virgen María, muy bien interpretada por Maia Morgenstern. El espectador sufre con ella los dolores del hijo. El director tiene una habilidad especial para humanizar su historia.
Si para un actor fue especialmente duro el rodaje, ese es Jim Caviezel. El rodaje fue en invierno: "No podía aguantar más de 10 minutos, y aun así sufría muchas veces hipotermia", asevera Caviezel.
La película se rodó en Italia, en la ciudad de Mattera, el mismo lugar donde Pasolini rodó "El evangelio según san Mateo".
Clemente Ferrer
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