Tras la liberación de Albert Villalta y Roque Pascual sólo en Internet se oyeron voces contra el peligro de pagar rescate a terroristas. La Red es el medio más influyente de todos, al menos entre la población publicada. Por tanto, ha ocurrido lo que tenía que ocurrir: el debate ha saltado a los medios tradicionales, a los del oligopolio informativo.

En este debate se enfrenta el proceder francés el que no gusta a Al Qaeda- y el español, el que sí gusta a los terroristas islámicos y así nos los han hecho saber a través de las páginas de El País. Han felicitado a España por su cobardía que, naturalmente, es la que les beneficia: nos han ganado el pulso.

El debate se establece en términos futbolísticos: el modelo francés es el malo, dado que el rehén francés fue ejecutado. Lo mismo les ocurrió a los británicos, que sencillamente se negaron a negociar con terroristas: su rehén fue ejecutado. El modelo españoles es  el bueno, porque hemos liberado a los rehenes.

Ahora bien, si la actitud de España es una cobardía que financia el terrorismo y fomenta la corrupción, desde Hispanidad tampoco aceptamos la opción británica. No hay que negociar con terroristas pero tampoco hay que quedarse cruzado de brazos cuando un compatriota está salvajemente secuestrado por los salvajes islámicos. En este punto, la opción más lógica fue la francesa: intentar liberar al rehén y acabar con los terroristas.

El error francés no fue la decisión política de intervenir sino el error de inteligencia: el secuestrado no estaba donde ellos creían. En resumen,  hicieron bien en hacer lo que hicieron e hicieron mal en hacerlo mal. Cuando no es el qué lo que falla sino el cómo, lo que hay que hacer es perseverar en la misma técnica y mejorar el método. En fútbol, lo que importa es el resultado, pero cuando se juega con vidas humanas hay que repasar la moralidad de las mismas, y la moral consiste en elegir la mejor opción. La mejor opción era la francesa, ni la española ni la británica.

Los secuestros aéreos terminaron cuando ocurrieron dos cosas: se presionó a los países receptores de aviones secuestrados para que no dieran coberturas a las aeronaves con rehenes y, atención, se asaltaron los aviones secuestrados, lo que, en efecto, originó muertes de inocentes. Eso sí, se acabaron los secuestros.

Lo que ha hecho España, por el contrario, es financiar a los terroristas y forzar la liberación de terroristas, conculcando las condensa de los tribunales y la rectitud de los gobernantes. Peligrosísimo precedente. Lo lógico es que quien secuestra por la fuerza sepa que se va a emplear la fuerza contra él.

Respecto a Afganistán, una vez más la propaganda de Zapatero olvida el asunto central. Tres españoles han sido asesinados por un afgano infiltrado, precisamente tratan de pacificar su país y elevar los niveles de cultura, libertad y bienestar. Frente a ello, el insigne Rubalcaba responde que España seguirá haciendo su tarea, es decir formará a los soldados y policías afganos para que se encarguen de su propia seguridad. Es la misma técnica que defiende el pacifista Obama y que se considera un axioma indiscutible.

¿Seguro? Lo cierto es que los militares españoles destacados en Afganistán, al igual que los que han ido a Kosovo, Líbano y otros lugares de conflicto, tienen la sensación de estar formando en tácticas militares y policiales a los futuros terroristas, a los que les odian tanto como los asesinos de hoy. El hecho de que uno de los asesores del presidente afgano Karzai, por más señas colaborador del CIA, haya sido detenido por corrupción da que pensar. A lo mejor no se trata de instruir en técnicas militares sino en exigir lealtad a quien te tiende la mano.

Por cierto, ¿cómo reaccionaron los policías afganos cuando el chófer talibán infiltrado disparó contra sus instructores, el capitán José María Galera, el alférez Leoncio Bravo y el traductor Ataollah Taefik? Me gustaría saberlo, no vaya a ser que alguno participara en el ataque popular a la base española que se produjo momentos después.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com