El desprecio hacia los reversionistas (propietarios originales de los terrenos de la estación madrileña de Chamartín y aledaños) del presidente del BBVA, Francisco González, está privando al banco de obtener una ganancia, que expertos inmobiliarios consideran podría alcanzar el billón de las antiguas pesetas (es decir, unos 6.000 millones de euros), principalmente con la construcción de más de 20.000 viviendas en una zona de Madrid que linda con el centro neurálgico de la ciudad (la prolongación del Paseo de la Castellana o columna vertebral de Madrid).
La sociedad adjudicataria de la concesión, Desarrollo Urbano Chamartín (Duch), filial de Argentaria, y ahora del BBVA, lleva diez años intentando que se aprueben los planes de desarrollo, en los que están comprometidos la Administración central, la autonómica y la local, además de la propia RENFE. Sin embargo, en diez años no se ha conseguido más que acusaciones mutuas. El Gobierno popular, en 1998, intentó suprimir por ley los derechos de los reversionistas (herederos de los viejos), pero las asociaciones de reversionistas ya habían presentado la correspondiente reclamación.
Ha pasado el tiempo, y FG insiste en que el plan urbanístico podrá salir adelante contra el interés de los antiguos propietarios de los terrenos, quienes ahora tienen derecho a una indemnización, dado que los que les expropiaron para construir la estación revierte otra vez a manos privadas.
Entre las dos asociaciones de reversionistas solicitan al BBVA menos de 600 millones de euros, para ceder sus derechos. Insistimos, para un negocio que, en el más modesto de los cálculos, le supondría a BBVA unos 6.000 millones de euros. Y todo ello, con una inversión por parte del banco que, hasta el momento, no alcanza los 90 millones de euros. Por cierto, otro que también suspira por vender sus derechos es el segundo accionista de Duch (25%), el constructor Jacinto Rey, de Constructoras San José, a quien donosamente FG concedió en su día participar en este verdadero chollo.
El asunto cobra actualidad ahora por dos razones. La primera, porque el Ayuntamiento de Madrid está a un paso de aprobar el plan urbanístico, cuyas dos claves son la tasa de edificabilidad y las viviendas sociales que el promotor está obligado a poner en marcha. Los socialistas, triunfantes en las generales, aseguran que hay que reducir edificabilidad y aumentar las viviendas sociales.
Pero, sobre todo, la otra noticia es que los reversionistas, hartos de tantos desprecios de BBVA, están dispuestos a subir ellos la concesión, y todo parece indicar que la ley está de su parte. En otras palabras, que FG le habría hecho perder (para ser más exactos, habría que hablar de 'lucro cesante') al banco unos 6.000 millones de euros.
El problema es que FG tiene problema en su gestión financiera. Los márgenes recurrentes han caído en 2002 y 2003. Por decir algo, esos 6.000 millones de euros (cálculo, insistimos, muy moderado) suponen cerca del triple del beneficio atribuido al grupo BBVA en 2003, que se elevó a 2.237 millones de euros, y eso tras un fortísima reducción del dinero dedicado a saneamientos.
Y más. Como informábamos el miércoles 17, el asunto surge cuando el Santander Central Hispano, de Emilio Botín, prepara un ataque (hostil, por más que se empeñen en reducirlo a una operación gradual y amistosa) contra BBVA, ataque paralizado por los hombres de Alfredo Sáenz tras el vuelco electoral del 14-M. Hombres del SCH aseguran que están comprando acciones del BBVA y que FG no controla la red de sucursales del banco. En definitiva, FG puede haber perdido la operación de su vida, justo en el momento en el que más necesitado está de liquidez.
La operación diseñada en SCH sigue las pautas de Alemania, donde el Gobierno está empeñado en fusionar a sus dos grandes potencias financieras: Allianz-Dresdner con el Deutsche Bank. Todo ello para evitar que los norteamericanos Citigroup y Morgan-Chase compren el Deutsche, orgullo de la banca alemana. En Italia y Francia también hay proyectos similares: fusionar a los grandes para contar con entidades de masa crítica necesaria par implantarse en toda Europa y, de paso, despedir trabajadores por millares.
El problema, en todos esos países, y también en España, es quién manda en la entidad resultante. Desde luego, Emilio Botín no acepta que mande nadie más que él, pero, además, con Rodrigo Rato (el hombre que nombró a FG) en el FMI, y Miguel Sebastián (expulsado del BBVA por FG) como asesor, ya veremos si ministro del nuevo presidente Zapatero, también los socialistas podrían dar el visto bueno al plan de Botín.
Y para defenderse de ello, o para jugar a ganador, FG necesita liquidez. Por ejemplo, la liquidez de Chamartín que ahora puede perder.