Agosto le ha servido al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, para reflexionar y, supongo, que para mesarse los cabellos. Y es que la llamada reforma financiera, o conversión de las cajas en bancos, ya no se puede ocultar que se ha convertido en un fiasco. Tantas SIP y tantas fusiones sólo han servido para que las entidades malas se volvieran pésimas y las regulares se volvieran malas y para que todo un sector que ha soportado mejor las crisis que los bancos, se convirtiera en un sector en crisis permanente. Vamos, una maravilla.
De hecho, MAFO, un hombre poco dado a reconocer fracasos, regresa del estío con la alternativa de extender el modelo CAM: nacionalización pura y dura y posterior regalo del sector ahorro a la banca.
Y es que el fracaso de la reforma financiera ha consistido, antes que en otra cosa, en que las cajas buenas se han vuelto regulares, las regulares en malas y las malas en quebradas. Y aún están pendientes de arreglo Catalunya Caixa, Unnim, Liberbank, Mare Nostrum y siga usted contando.
Pero, dentro de todo este barullo, el síndrome postvacacional de MAFO ha recibido una alegría: el proyecto de Novacaixagalicia, dirigido por José María Castellano, avanza. Por supuesto que precisará de la aportación del FROB (por encima de los 1.500 millones de euros), pero éste exige que de los 700 millones de euros que se consigan en nuevos fondos, 500 serán aportados por los fondos y 200 por empresarios gallegos. Pues bien, la tercera fortuna gallega, Manuel Jove (tras Amancio Ortega y Rosalía Mera), ya se ha comprometido a invertir en Novacaixagalicia. Su presencia supone un empujón al banco gallego que pretenden tanto el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo como el gallego más poderoso de PSOE, Pepiño Blanco.
Es un cambio cualitativo en el proyecto de Novacaixa, que, al menos, aunque se convierta en banco, no deslocalizará el crédito. ¡Ah! Y Castellano ya tiene consejero delegado para el nuevo organigrama.
Eulogio López
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