Zapatero consigue la aprobación del Parlamento para intervenir en Libia, cinco días después de haber anunciado el apoyo de España y un día después de que aviones españoles ya estén patrullando el MediterráneoEl conflicto en los países árabes continúa latente y las explicaciones sobre la intervención son cada vez más rocambolescas. Según el presidente del Gobierno, la razón de la intervención es proteger al pueblo libio, no derrocar a Gaddafi, lo que lleva a preguntar a Gaspar Llamazares, con mucha razón, por qué no se ataca a Marruecos, Yemen, Corea del Norte, Birmania y tantos otro países que cuentan con dictadores como gobernantes y que tienen oprimida a su población. Pero, claro está, no hay respuesta al asunto.
Además, es curioso que unos días después de que Zapatero anunciara la ayuda española y 24 horas más tarde de que los primeros aviones españoles comenzaran el patrullaje. No tiene mucho sentido pedir un permiso cuando ya lo has tomado. Como siempre, funciona mejor el dicho de que "más vale pedir perdón que pedir permiso".
Y mientras el conflicto libio toma un cariz más internacional e intervencionista, Yemen y Bahrein siguen sumidos en sus problemas internos. La situación en Yemen es cada vez más compleja después de que parte del ejército se haya unido a los opositores y se hayan producido dos muertos en enfrentamientos entre soldados leales y opositores. El presidente yemení, cada vez más solo, va dando su brazo a torcer y ha afirmado que dejará el cargo pero que no lo hará sin saber quién se hará con él. Un gesto muy paternal. Aunque los opositores ya han rechazado esta posibilidad.  
También en Bahrein prosiguen los problemas. Aunque el monarca suní Al Jalifa ha denunciado que una mano extranjera ha intentado desestabilizar la zona -culpando veladamente a Irán-. Sin embargo parece que la población en general, la mayoría chií y la minoría suní, es la que está detrás de las protestas y como ha manifestado el líder del partido opositor, no piden "un gobierno religioso, sino un Estado civil democrático en el que la soberanía reside en el pueblo".
Juan María Piñero
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