La idea del editor de Intereconomía, Julio Ariza, propietario del 53% del Grupo, era sencilla: que Mario Conde entrara en el capital de la operadora con un 8-10% del capital. Pero el ex banquero, viejo experto en negociaciones (la única que le salió mal fue la trabada en el último minuto para evitar la intervención de Banesto) le hizo una contrapropuesta: pretende el control del grupo editor de prensa, radio y TV. Para ser exactos, proponía tomar el 51% y que Julio Ariza se quedara con lo que quisiera: por ejemplo, con un 40%. Así, entre ambos co-liderarían Intereconomía.
El resto de los socios, y entre ellos Borja García Nieto, el gestor de fondos de inversión y de capital riesgo que representa casi un 20% del capital, están encantados de vender a Conde, venta pura y dura antes que ampliación pero, por el momento, ya hay quien está valorando todo el entramado. Y por cierto, Moncho Rato, hermano de don Rodrigo, también quiere vender.
Pero Julio Ariza no es tonto y sabe que con un 51% el único que mandaría sería Mario Conde, por eso, ha hecho correr entre bancos -y en el Partido Popular- que, si le abandonan, el temido banquero volverá al proscenio nacional. Y eso, como todos ustedes saben, es terrible. O, por lo menos, agrada poco, más bien nada, en la city madrileña o en la calle Génova.
Ariza y su alter ego político, Aleix Vidal-Quadras, están unidos, antes que a nadie, a la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre. No están mal vistos por Mariano Rajoy pero no importa: los populares no desean ver a Conde al frente de un multimedia ni de broma.
Lo cierto es que Ariza nunca se quedará en minoría en Intereconomía: o manda o se va. Pero hay otro factor que pesa sobre el ánimo del editor a la hora de aceptar la oferta: el editor de Intereconomía está perdiendo el control ideológico de su propio medio, un peligro que puede sobrevenir cuando se tiene un ideario -Ariza lo tiene- pero se crece demasiado aprisa. En otras palabras, los principios del Grupo, aunque siguen manteniéndose, están un tanto manoseados, especialmente el diario La Gaceta. Ariza atraviesa esa fase en el que es el periodista quien impone el ideario porque es él quien detenta el micrófono o la dirección de un medio. Le ocurrió a la COPE con Federico Jiménez Losantos y le empieza a ocurrir a Ariza con Antonio Jiménez o Carlos Dávila.
Eulogio López
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