La fiscal delegada para delitos contra la mujer, doña Soledad Cazorla, se ha quejado de que a los fiscales les resulta muy complicado probar los casos de violencia psicológica contra la mujer ¿Por qué será?
Doña Soledad, es una mujer comprometida con la ley contra la violencia de género, ha buscado explicaciones profundas, aunque quizás un tanto atrabiliarias. Por ejemplo, doña Soledad, que es muy astuta, considera que a lo mejor se debe a que en este tipo de pérfidas violencias de corte psíquico no se producen lesiones físicas, y claro, así es muy difícil demostrarlas.
Asimismo, doña Soledad y otras jueces y fiscales contra la violencia de género, de género masculino, naturalmente, están muy preocupadas porque en ocasiones se produce la reconciliación de la pareja, y claro, así no hay manera de castigar al culpable. ¿Una reconciliación? ¡Qué horror! si esto sigue así, los jurados especiales creados por la ley especial de un Gobierno muy especial, podrían quedarse sin trabajo.
Pero volviendo a la cosa psicológica, doña Soledad alega (ver noticia) que el artículo 416 de la Ley Procesal dispensa a los parientes de declarar contra le imputado. Lo que esta diciendo doña Soledad es que los parientes debían actuar como honrados delatores de su familiar. Esto me recuerda que en la Lituania comunista todas los tumbas de los cementerios tenían pequeños bancos al lado. Los lituanos iban allí, se sentaban y hablaban con los muertos. Si se les preguntaba por qué aseguraban que era porque estaban seguros de que ellos no les delatarían.
Pero volviendo a la cosa del maltrato psicológico. Señores: esto no puede continuar así. Una ley bienintencionada sí, pero con unas lagunas inaceptables. No se puede condenar al maltratador psicológico, el más ladino y peligroso, siempre varón naturalmente, porque, como es sabido, las mujeres son medio lelas y no son capaces de maltratar psicológicamente al prójimo. Si hay algo que siempre me ha causado estupor es el poco aprecio que las defensoras de la mujer sienten por la capacidad de la mujer. En cualquier caso, maltratadoras psicológicas no hay, y punto. Ahora debemos centrarnos en cómo buscar pruebas que condenen a los torturadores psíquicos, que son legión. O como dijo aquella juez especial de tan especiales juzgados ante las cámaras de TV: No significa que todo hombre que entre por esa puerta ya esté condenado. Esto nos tranquilizó mucho. Lo digo porque seguro que soy un maltratador psicológico de tomo y lomo, aunque todavía no me haya dado cuenta.
Después de todo, la norma del Gobierno Zapatero ha sido elaborada siguiendo las pautas de aquella megaencuesta de donde surgieron todos los tópicos al respecto y que concluía con la necesaria cifra mágica: en España existían 600.000 mujeres maltratadas (hombres dos o tres). Pero, naturalmente, el estudio sospechaba que la cifra podía alcanzar los 2 millones de señoras como mínimo. Probablemente, las psicológicamente maltratadas.´
Pues bien, la metodología de aquel formidable informe incluía entre las formas de maltrato, seguramente psicológico, el que el varón de la apareja no cediera a su media naranja el mejor sitio en el salón comedor para ver la tele. Claro que eso lo arregla la ministra Apretujillos con apartamentos de 3 metros cuadrados. En esos no hay sitio mejor, no es posible la discriminación, no hay maltrato.
Eulogio López