El caso de la clínica Ginemedex de Barcelona no es el primero ni el único, aunque parece haber abierto los ojos a muchos españoles sobre la matanza que diariamente se perpetra en el mundo. No sólo ocurre en Barcelona con mujeres extranjeras. La Asociación de Víctimas del Aborto nos presenta el testimonio de Lucía L. de Asturias, contando su aborto provocado hace 12 años en la Clínica El Bosque, con 26 semanas de embaraz

Me quedé embarazada con 17 años, ahora tengo 29. Por miedo a la reacción de mis padres no dije nada hasta que fue muy evidente. Mis padres y mi novio en un primer momento pensaron que era mejor que abortase y fuimos a una clínica en Asturias, me miraron y me dijeron que tenia un embarazo de 26 semanas, pero que no me preocupase, que todavía podía abortar, que había una clínica en Madrid, la Clínica el Bosque, que estaba especializada en hacer abortos cuando el embarazo está ya muy avanzado. La clínica de Asturias lo gestiono todo y al día siguiente tenia que estar en Madrid, para estar a las 8 de la mañana en ayunas en el centro y con 350.000 pesetas en efectivo.

Así lo hicimos; me recibieron y me hicieron una ecografía que por supuesto no vi. Me dijeron que no había problema con el aborto, que iba a ser como sacarse una muela, que de un aborto temprano a uno tardío solo cambiaba la técnica y el precio, nada más. Después el "ginecólogo" se dirigió a mí y me dijo como si fuera estúpida:

- Bueno te va a doler la barriguita un poco, ¿lo quieres hacer?

Yo me moría de miedo pero le dije que si era un poco de dolor sólo, vale. Lo mismo dijeron mis padres. No nos explicaron nada más sobre el desarrollo fetal, el procedimiento, la duración de la operación, riesgos físicos y psicológicos, sólo que era con anestesia general y que era muy sencillo.

Salimos de ahí y pasamos a ver una psicóloga que me dio unos test ya completados que yo tenía simplemente que firmar, me dijo que con eso justificaban el aborto. No cruzó ni una palabra más conmigo. Firmé y salimos de allí. Bajamos al piso de abajo y allí había un mostrador donde pagamos 350.000 pesetas, en efectivo como nos habían pedido y no nos dieron ningún recibo o justificante.

Me puse un camisón y unos patucos verdes y esperé en una habitación, temblaba de miedo. De repente, pasó por esa habitación un "médico" vestido de verde, y me sonrió y me tocó la barbilla y me dijo ¿Tienes miedo?. Le dije que sí y sonrió y se fue. Nunca entendí por qué hizo eso. Cuando llegué un señor vestido con ropa de calle y con acento sudamericano me preguntó cuánto pesaba más o menos. Era el anestesista. No me hicieron ninguna prueba previa a la intervención. De repente apareció el mismo hombre que me había preguntado si tenía miedo, pues era el que me iba a intervenir. Me colocaron en el potro y lo último que recuerdo es respirar por una mascarilla.

Desperté en la habitación y tenía un gasa en la vagina, tenía suero y una sonda para la orina. Yo pensé que había pasado todo, pero de repente me toqué el vientre de forma instintiva y me di cuenta que mi hijo seguía conmigo. Le pregunté a mi madre que estaba allí que por qué no había terminado todo y me decía que estuviese tranquila, pero vi el pánico en su cara.

De repente, apareció en la habitación el mismo médico que me hizo la intervención y traía una especie de jeringuilla gigante. Me quito la gasa que tenía en la vagina y me introdujo la jeringuilla por la vagina. Por lo visto era un gel para dilatar que me tenía que colocar en el cuello del útero, me hizo mucho daño, sacaba y metía la jeringuilla con mucha saña. Me incorporé un poco y veía salir sangre, yo lloraba y él me dijo en tono muy serio O te estás quieta o vamos a estar todo el día.

Puedo afirmar que desde que salí del quirófano del centro El Bosque sufrí un maltrato brutal por parte del personal del centro.

A la hora, empecé a sentir un dolor en los riñones, eran las contracciones, no me lo podía creer. Cada vez más intensas, era horrible, yo lloraba, gritaba diciendo que pararan todo, que no quería seguir, pero me decían que ya no se podía. Unas horas después, seguía con contracciones, estaba agotada y gritaba, entró una "doctora" y me dijo que como no me callase me iba a bajar al quirófano y me iba a dejar allí sola. Me dijo que estaba asustando a las demás chicas que iban a abortar con mis gritos.

Unas horas después mi hijo salió y esto sucedió en la misma habitación, no les dio tiempo a bajarme a quirófano. Vi como la abortista se llevaba un bulto pequeñito en un plástico blanco, escuché una puerta y volvió. No sé cómo murió mi hijo, si lo mataron en el quirófano, o si nació vivo y lo dejaron morir después, no lo sé.

Me bajaron al quirófano, recuerdo el tintineo de las tijeras que pinzaban el cordón umbilical chocando con la barra de la camilla que me bajaba. Una vez allí me extrajeron la placenta y me devolvieron a la habitación.

Estaba agotada. Intentaba dormir, pero escuchaba a una chica en la habitación de al lado llorando y gritando. Tuve más de 12 horas de contracciones. Cuando todo acabó, pase la noche sin poder dormir. Por la mañana me hicieron una ecografía para ver si quedaba algún resto pues si era así me tenían que volver a intervenir.

No me dejaron ni ducharme pues no estaba incluido en el precio. Me dieron un café y me trajeron una medicación para las infecciones y para cortar la leche. Salimos de el centro El Bosque y volvimos a casa.

Desde los 17 a los 23 años lo olvidé todo, creo que era demasiado fuerte y mi mente lo bloqueó en un mecanismo de negación. En mi casa no se volvió a hablar de ello, ni con mi novio que ahora es mi marido. A los 23 años empecé a encontrarme mal, con ansiedad, depresión y trastornos de la alimentación, pero nunca lo achaqué al aborto, no reconocía que alguien había muerto aquel día. Con esa edad yo pensaba que si nacía mi hijo, éste era un bebé, pero que sino nacía, no era un ser vivo todavía y no podía creer que un médico fuese capaz de matar a alguien o de hacer algo que te perjudicara. Yo pensaba que si se podía hacer, el aborto no podía estar mal.

Estuve viendo psicólogos desde los 23 años hasta los 28; ninguno supo decirme lo que me pasaba a pesar que yo siempre contaba lo del aborto. Me decían que no era como para estar así de mal, a pesar de ser un zombi que ni sentía ni padecía. De repente, un día hablando con mi novio de la posibilidad de casarnos y ser padres, todo estalló: comprendí que habían matado a mi hijo y que se había muerto mi hijo.

Fue horrible, sólo pensaba en morirme, el dolor me traspasaba el alma. Me sentí engañada por los "médicos" del centro de Asturias y El Bosque, por mis padres y mi novio, por la sociedad. No podía dar crédito a que eso pasase como si nada.

Encontré dos asociaciones en Madrid que me ayudaron mucho, y me hicieron entender que lo que a mí me pasaba tenía un nombre: Síndrome Post Aborto. Se llaman No más silencio y la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA). AVA todavía me presta ayuda psicológica. Sin ellas y sin mi novio y ahora marido - que siempre está ahí cuando estoy mal y me ayuda a levantarme cuando caigo - no hubiera salido adelante.

Quise denunciar al centro de abortos El Bosque pero habían pasado 12 años y era imposible a pesar de ser un delito. Ojalá la Ley fuese mas justa y se pudiese hacer algo.

Ahora estoy casada e intento llevar una vida normal (que es casi imposible después de algo así), cada día que me levanto me falta mi pequeño y me duele. Lloro casi todos los días y lo echo mucho de menos. No tengo una tumba para visitar, ni existe con nombre y apellidos a pesar de que los tenga porque yo se los puse. Mi pequeño se llama Hugo. Es duro tener un hijo muerto y no poder contarlo a los cuatro vientos porque nadie te va a entender.

Ésta es mi historia: he intentado contarla con todo lujo de detalles porque quiero que se sepa como es este negocio, lo que nos hacen por dinero, y sobre todo, porque quizás hay mujeres que han pasado por algo parecido y puedan sentirse confortadas al saber que no están solas. Desde aquí las animo a que hablen, a que cuenten su historia aunque sea de forma anónima como yo. Sólo así cambiaremos las cosas y la verdad saldrá a la luz: no tengáis miedo. Nada peor de lo que ya os ha pasado con el aborto ocurrirá por hablar y dar voz a nuestros hijos.

Lucia L.

Asociación de Víctimas del Aborto

www.vozvictimas.org